miércoles, 28 de febrero de 2018

De dioses y monstruos

Esta película, tesoro del cine de Guillermo del Toro, está hecho de pequeños grandes momentos. Perlas visuales, escenas donde la fotografía toma el protagonismo de la narración, donde la música (maravillosa una vez más) de Alexandre Desplat evoca otra época y otros sentimientos, sueños en blanco y negro que en otras manos parecerían risibles y aquí son toda una declaración de intenciones. Y todo ello... con un monstruo acuático por medio. Solo Guillermo del Toro podría lograrlo. Ya lo hizo con El laberinto del fauno y repite jugada con La forma del agua, una fábula más actual de lo que parece a simple vista.

Los miedos más desconocidos, el temor a lo que viene de fuera, el odio al diferente... Son temáticas muy del gusto del director mexicano, que ahonda con esta cinta en su estudio sobre ese otro lado de la realidad que apenas percibimos. La forma del agua es un cuento en el que el terror lo provoca paradójicamente, la parte más realista de la historia. Ambientada en una época de miedos irracionales (plena Guerra Fría), con un diseño de producción detallado y muy fiel (laboratorios secretos, científicos que traman a espaldas del mundo), el filme nos presenta la historia de Eliza, una joven muda sin más vida que la que comparte con dos amigos (estupendos y naturales Richard Jenkins y Octavia Spencer). La llegada de un ser antropomorfo anfibio desata la historia, una historia que posiblemente sea la parte en la que más flaquea la película. Pero tranquilos, que no se desate la furia. Es algo que ya nos han contado, que ya hemos visto, pero con monstruo. Hay amistad, hay ternura, hay amor, hay peligro, hay acción, hay malos y buenos. La historia de nuestras vidas contada por el cine, simple y llanamente, en tantas y tantas películas. Es un tema universal. Pero lo importante de La forma del agua no es la historia sino cómo esta contada. De forma pausada, gradual, incrementando la tensión de forma exponencial, haciendo que nuestras simpatías y nuestros odios por los buenos y los malos crezcan al unísono. Y todo ello envuelto en una atmósfera fría y acogedora al mismo tiempo (notamos la humedad presente en todo el metraje, pero aún así, la sonrisa de Sally Hawkins -enorme como Eliza- y la humanidad del monstruo -Doug Jones en su salsa-, hacen que nos sintamos protegidos).

La forma del agua es una película maravillosa por todo lo que la rodea, por la humanidad presa de esos personajes perfectamente dibujados en el guión, que por una vez se ocupa más en desarrollar el alma de cada uno de ellos en lugar de centrarse en hacer más enrevesada la historia de fondo. Y luego está el toque del director. Del Toro sabe como enamorar al público. Lo sabe incluso dando asco o miedo (Michael Shannon en su papel de villano es perfecto en ese cometido). Lo sabe otorgando el papel de dios redentor a un monstruo. Quizás es que en ese dios haya más humanidad que en todos nosotros.





martes, 27 de febrero de 2018

Convicción

Frances McDormand está estupenda en Tres anuncios en las afueras. Siempre lo está. Actriz solvente, quizá de no muchos registros, pero que sabe imponer cierto poderío sobre los demás cuando está actuando. Eso la hace casi única en su especie. Es esa mirada, ese caminar, esa forma de escupir las líneas de guión. Ya solo por ella, la última película de Martin McDonagh merece la pena.

Pero Tres anuncios en las afueras tiene más alicientes. Para continuar con la parte actoral, a la McDormand la secundan Woody Harrelson, Peter Dinklage y especialmente un Sam Rockwell capaz de hacer con su personaje un acto de prestidigitación. Hacer que cambie de registro de una escena a otra, pero que resulte absolutamente natural. Asco y pena, indignación y compasión. Todo en pocos minutos. Un personaje de muchas facetas que ha sido uno de los grandes aciertos de esta cinta.

Tres anuncios en las afueras es una película sencilla, con un inicio de historia amarga. Por el camino, se nos van intercalando perlas de humor seco, directo mientras que la mano del director y el pulso de los actores no deje que cale en el espectador la bonhomía de unos personajes a los que el destino tiene reservadas varias sorpresas. No es complaciente esta película con un espectador conformista. Cuando nos acostumbramos a un planteamiento, de buenas a primeras, se nos cambia el punto de vista y tenemos que resetear toda la información para que podamos poner en orden nuestros pensamientos. La película juega así con el espectador hasta su escena final que bien pensado, es la menos esperada pero también la más realista.

Y mientras tanto, como la vida misma, tenemos el drama de una madre, de una familia desestructurada por la tragedia (ese padre interpretado por John Hawkes es posiblemente el personaje más desaprovechado de la función) que mediante una simple acción prende la mecha de la incomodidad en una pequeña comunidad. Es un mero pretexto para que analicemos el carácter humano. ¿Para qué sirve la compasión? Probablemente, nos sea más útil la convicción de llevar a cabo nuestros actos hasta el final sin pensar en las consecuencias.





lunes, 26 de febrero de 2018

La dentellada del lobo

Qué aburrimiento de bandas que se dedican a hacer lo mismo durante años y años. Bueno, esa es la pura historia de AC/DC pero a ellos les tenemos cariño y respeto por los buenos momentos que nos han hecho pasar. Pero en el panorama actual de la música hay mucho conformismo en lo tocante a propuestas artísticas y mira que hay donde elegir para poder surtirte de influencias. Lo dicho: lo repetitivo aburre y estamos hartos de sonidos monótonos, monocordes, con voces e imposturas calcadas unas a las otras. Sí, estoy pensando en vosotros, amigos del "indie".

Por eso fue un soplo de aire fresco que El Lobo En Tu Puerta apareciera por estos lares hace ya cuatro años. Julio, Tanín y Búho con su álbum homónimo primero y con Grabaciones sumergidas 2015 apostaron por la distorsión, el imperio metalero mezclado con gotas de stoner, hip hop, hard blues y como no, algunas migas de psicodelia. Con este tercer trabajo de estudio, se lanzan a la carretera con un bagaje conformado más por blues que sabe a bourbon y tabaco, por bases pesadas propias del metal más clásico, por sonidos sucios, repetitivos y en definitiva por un concepto que empatiza con el oyente desde la primera escucha del disco. Eso es lo que te espera si empiezas a desgustar Bestias del Sur Salvaje, último disco de la banda chiclanera que ya está girando por salas de toda España.

Y volvemos a lo de la monotonía. El Lobo En Tu Puerta apuesta por renovarse en cada tema del álbum. No vas a encontrar, ni en la voz de Julio, ni en la parte musical de Búho y Tanín, una muestra de conformismo. Se lanzan a degüello a bucear en experimentos sonoros a cada paso del disco. Es la normal evolución que se le pide a una banda que irrumpe en la escena musical declarándose enemiga de etiquetas y de amaneramientos. El Lobo En Tu Puerta te gustará o no, pero lo que no se les puede negar es que su trabajo es lo más parecido que existe a pegarle una buena dentellada a este desvaído panorama musical que sufrimos.

Mientras tanto, déjate acariciar por los alaridos de Julio en VHS, por el rock más clásico en Alabama, por el southern acompasado de la batería y la guitarra de Tanín y Búho en McKinley & Geneva o Baby y por la preciosa distorsión sonora de Bachata que solo te puede provocar la locura en tus pies.

Ponte ya a bailar al ritmo del aullido del lobo.





sábado, 24 de febrero de 2018

Amsterdam

Nos vamos...





jueves, 15 de febrero de 2018

Yo te inventaré palabras sin sentido que tu comprenderás

Un temazo compuesto y cantado desde las entrañas...



No me dejes
Todo se puede olvidar
Lo que ya se fue.
Olvidar el tiempo
de los malos entendidos.
Y el tiempo perdido.
A saber cómo
olvidar esas horas
que mataban a veces
a golpes de por qué
el corazón de la felicidad

No me dejes…

Yo… te ofreceré
perlas de lluvia
de aquellas regiones
donde no llueve.
Removeré la tierra
más allá de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y luz.
Crearé un reino
donde el amor será rey
donde el amor será ley
donde tú serás Reina.

No me dejes…

Yo te inventaré
palabras sin sentido
que tu comprenderás.
Te hablaré de esos amantes
que vieron dos veces
sus corazones arder.
Te contaré la historia
de ese rey muerto
por no haberte podido encontrar.

No me dejes…

Se ha visto a menudo
renacer el fuego
del antiguo volcán
que se creía demasiado viejo.
¿Y no te parece
que las tierras quemadas
dan más trigo
que en su mejor abril?
¿Y cuando la noche llega
para que el cielo se inflame
el rojo y el negro
acaso no se unen?

No me dejes…

No lloraré más
Ni hablaré más
Me ocultaré allí
para mirarte
bailar y sonreir
y escucharte
cantar y después reir
Déjame convertirme
en la sombra de tu sombra
en la sombra de la mano
en la sombra de tu perro…

No me dejes…



miércoles, 14 de febrero de 2018

Los años de latón

Foto: @zuhmalheur
¡No son molinos! ¿O sí? Puede que nos estemos estrellando una y otra vez ante nuestra mísera realidad, esa a la que nos hemos acostumbrado. Esa que nos han impuesto haciéndonos creer que, como sociedad, nos merecemos. Toma tu vida, acéptala. No hay otra... Pero sí. Y no son ilusiones vagas de un hidalgo enloquecido; tan solo que nunca querrán que las ilusiones se conviertan en realidad. Queremos luchar contra gigantes y vencerlos.

En la España del siglo XXI (y no en la del siglo XVII) reside la picaresca. La especulación, el robo calculado y retransmitido en directo, la absolución del culpable, la aceptación popular, la claudicación ciudadana. La Historia sigue siendo la misma. Tenemos un rey que no gobierna pero que se entromete, unos validos poco válidos, una burocracia insalubre, unos voceros perniciosos y una ciudadanía a la que quieren adormecer pero que a veces levanta su voz ante la injusticia y la mentira. El Siglo de Oro, nuestra época de esplendor en la cultura, coincidió con una sociedad de tahúres, pícaros y engañifas. Ante esas luces, vivimos en los años de latón, donde el valor del mérito personal es menos que cero. No es que la Historia se repita, es que es aún más cruel con el estado llano.

Para eso y para muchas cosas más acudieron los chicos de El Dislate Teatro al sevillano TNT-Centro Atalaya (qué suerte tenemos de tener un espacio como este, referente de las artes escénicas a nivel nacional) junto con su último montaje. No son molinos, original de Daniel Reyes y Diego Jimeno es un puente entre dos mundos distantes en lo temporal y cercanos en lo emocional. Un texto que usa clásicos como El alcalde de Zalamea, Fuenteovejuna o La vida es sueño para alcanzar a comprender que vivimos en un mundo no tan distinto a la de la España del siglo XVII. Bueno, quizás más despiadado, más amoral, más indigno. La traslación de un personaje de esa España imperial a un entorno hostil como es nuestro hoy, desnuda las miserias de un país, de un todo. La picaresca es nuestro modo de vida, no lo podemos remediar.

Pero es de agradecer personajes como los de Alfonso Quijo o Sánchez. Amables, sensatos, quizás algo ingenuos, pero bendita ingenuidad cuando hay zarpazos ahí fuera por sobrevivir. Tiran de ingenio para continuar in hac lachrimarum valle. Y a pesar de todo, subsiste el humor. Alabado sea. Porque uno de los valores de los españoles es saber tomarse las desgracias de forma que podamos darle la vuelta. Y ahí el humor funciona como catarsis colectiva.

No son molinos es una obra fascinante, pedagógica, dinámica, acreedora de todo lo bueno que tiene la escena española. Usa la música diegética para hacer calar mejor el mensaje, el plantel actoral busca en los recovecos de sus personajes la forma de reflejarnos en esos arquetipos (el ciudadano medio, la burocracia inane, las fuerzas de seguridad que aseguran poco, el Estado del ¿Bienestar?). Y por encima de todo, el tema universal: el amor. ¿Nos salva el amor de ser cómo somos? Para Alfonso Quijo es así. Y es que No son molinos es un juego de espejos donde podemos ver el lado menos luminoso de todos nosotros como sociedad. Es una llamada de alerta. No es que cualquier tiempo pasado fuera mejor, es que lo peor aún está por llegar. Y ahí, el montaje de El Dislate Teatro es certero en su aproximación al texto original. Gozamos con una obra que debe girar por toda España, por centros educativos, por centros sociales, por teatros pequeños y grandes, porque este teatro es necesario, es urgente, es vital. Lo es si no queremos ser aprisionados por más años de latón.



martes, 13 de febrero de 2018

La no efemeride

No es ningún día señalado. Pero siempre es buen momento para poner algo de Bowie...