miércoles, 13 de diciembre de 2017

Palabras que saben a Gloria

Muerte es que no nos miren los que amamos,
muerte es quedarse solo, mudo y quieto
y no poder gritar que sigues vivo.


La alegría vence a la muerte. Gloria se nos fue un día lanzando versos y regando de sonrisas nuestras vidas. Malditos aquellos que creen que no era buena poeta. Lo es tanto en cuanto, nos hacía felices. La poesía, el arte, la música, la risa... Hermanos de corazón y de razón. Aunque a veces la sinrazón sea buena compañera de viaje.

Foto: @zuhmalheur
Alegría la que nos llevamos al encontrarnos en Chiclana con Teatro de Malta que venía con uno de sus montajes de postín: el que precisamente lleva por título Alegría y que no es otra cosa que un inmenso homenaje al discurrir vital de Gloria Fuertes, poeta de luces que nunca dejará de guiarnos por la senda de la verdad y el conocimiento. Un espectáculo, premiado en los Max, y que lleva ya un recorrido intenso, largo y fructífero por la geografía española haciendo proselitismo de la obra de Gloria, que no es otra cosa que la obra de la vida. Ella hablaba seriamente a los niños de aprovechar el momento, de gozar con los pequeños placeres, de disfrutar con la música y las palabras, de jugar... Y Teatro de Malta nos llevó a un circo donde nos apresuramos a juguetear con libros y más libros. Volaron cuartetas, rimaron sonetos, se compusieron canciones y aparecieron las risas de la mano de doña Pito Piturra (¿o no era ella?) y del señor Antropelli (¿o no era él?), grandes anfitriones que invitaron al público (tirón de orejas a los chiclaneros por no acudir en masa a este espectáculo) a una función plagada de momentos mágicos, de pura ensoñación, de vertiginoso proceder y de risueño desenlace.

Es larga la trayectoria de Teatro de Malta en producciones pensadas ex profeso para los niños... pero que pueden ser igualmente disfrutables por los mayores. La vigorosa dramaturgia y dirección de Marta Torres, una mise-en-scène potente, música evocadora, más incluso cuando los personajes la producían y dos actuaciones de altura, las de Margarita Blurk y Delfín Caset, perfectos payasos (qué maravillosa profesión esa) con demostrado amor por el trabajo y que intercalando versos, personajes, historias de Gloria Fuertes en la dinámica del texto, supieron dar el justo homenaje a la poeta madrileña... y por ende, a todos nosotros que la queremos, la veneramos y la echamos cada día de menos.

Alegría es un montaje para ser disfrutado. Magnífica idea de partida, gran preparación escénica (preciosos tanto el vestuario como la iluminación). Está hecho para ser vivido. Está pensado para hacernos reflexionar sobre la valía de una vida vacía -la que nos quieren vender-, y la que realmente merece la pena -aquella que podemos construir con nuestros pensamientos y con unas cuantas palabras-. Fuertes lo sabía y por eso se empeñó en que nos enteráramos lanzando poemas a los cuatro vientos. Y Teatro de Malta es depositario del bien más preciado que ella supo dar al mundo: su voz y su palabra. No queda otra cosa que proclamar nuestra alegría por esas palabras que nos saben tanto a Gloria.

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