miércoles, 20 de septiembre de 2017

El absurdo superlativo

Hubo una vez un político al que se le ocurrió independizar un territorio para tapar las vergüenzas de un partido masacrado por la corrupción. Consiguió embaucar a partidos en las antípodas de su ¿ideología? para hacer saltar por los aires las básicas normas de convivencia con el resto del territorio del que se querían independizar. Mientras tanto, el gobierno central no hacía nada. Al pasar el tiempo y al no hacer nada, los que se quieren independizar siguen a lo suyo (yo lo llamo "El gran engaño" puesto que el proceso independentista solo es una cortina de humo de quienes lo pergeñaron desde un primer momento) y el gobierno central echa a la policía y a los jueces contra los díscolos de la periferia.

El próximo 1 de octubre unos intentarán votar algo que saben que no tendrán validez, los otros tratarán de imponer sus razones por la fuerza y el problema seguirá enquistándose mucho más.

Absurdo tras absurdo. Es lo que pasa cuando quienes nos gobiernan, no hacen política a pesar de llamarse así. Son unos absolutos descerebrados.


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