martes, 22 de marzo de 2016

Inmigrant song


¿Qué es ficción (aunque esté basada en la realidad) y qué no?

Nos estamos acostumbrando a que lo que hacemos con nuestros actos supere a la más crueles de las ficciones. Europa ya no es el sueño que nos vendieron. Se ha convertido en un Leviatán sin alma (la tuvo, la tuvo), en un edificio de burocracias inútiles, de consejos de gobernantes inservibles, de guardián de las esencias neocon, de posibilitador del auge fascista, de la negación de la solidaridad más básica hacia el ser humano.

Y la Historia se repite. Miles de refugiados se amontonan en territorio de la Unión Europea. El sueño de prohombres como Robert Schuman o Jean Monnet que pareció culminar con Schengen y la moneda única, pero que no supo o no quiso desarrollar una solidaridad común. Demasiados intereses contrapuestos y demasiado miedo al bárbaros (al extranjero, tomado en el sentido etimológico de la palabra griega) como para dejarlo entrar en el paraíso europeo. Pero no voy a ser demagogo y no voy a echarle las culpas a la Unión Europea, tan solo las que les corresponde como mal gestora de una situación que puede tener otra salida. La culpa tampoco la tienen los refugiados hacinados en Idomeni, ni siquiera las mafias que se enriquecen con el sufrimiento ajeno. El problema está en que la comunidad internacional -como siempre- opta por lo fácil y no cercena como cirujano con mano de hierro (como diría Joaquín Costa), el núcleo del problema. Y ese se halla en el polvorín de Oriente Medio. Siria, con su guerra interminable aceptada por todos como algo que "tenía que ocurrir", con dos bandos irreconciliables apoyados por históricos enemigos que ahora babosean de forma asquerosa con la diplomacia buscando una solución que saben que podría producirse si ellos quisieran...

Pero no quieren. Estados Unidos y Rusia, no quieren. Les da igual que los sirios se masacren, que Bachar Al Asad gasee a su pueblo, que los rebeldes cometan ejecuciones sumarias del enemigo. Les da igual. Lo que no permitirían es que geoestratégicamente, la zona se convirtiera en un asunto irresoluble porque los intereses económicos para rusos y estadounidenses son demasiados. Que se solucione, pero poquito, que lo podamos medio controlar, aunque la sangre corra por las calles de Alepo y miles de personas tengan que huir a buscar otra vida.

Esa vida estaba en Europa, donde hay sitio a pesar de que fascistas y liberales digan que no. Saben que es cierto, pero no les sale de los cojones reconocerlo. Hoy como ayer (vamos, como en 1936, o 1939, o 1942 en el guetto de Varsovia), estamos en las mismas. Ponemos rejas, levantamos muros, realizamos deportaciones porque sabemos que el bárbaros se va a quedar fuera y nosotros podremos seguir durmiendo tranquilos mientras en el telediario de turno, vemos el humo de los bombardeos y el barro en los pies de los refugiados. Esa es nuestra Europa. Triste Europa.


No soy más que un dolor cubierto de piel...
Las uvas de la ira. John Steinbeck.

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