martes, 27 de enero de 2015

El artista y el personaje

Sucede a menudo. Un artista que crea un personaje que suplanta por completo su forma de ser, su independencia, su rigor y su esencia hasta quedar desdibujado a mera caricatura. En ocasiones ocurre por razones extrínsecas, pero a veces es el propio artista el que juega a funambulista por un cortante filo de navaja. A Falete le pudo haber pasado lo mismo. Sus constantes apariciones televisivas (y no precisamente en La 2), sus amoríos y ese carácter depredatorio que tienen ciertos programas de telebasura hizo que su voz estuviera a punto de malograrse para el mundo de la canción española. Pero afortunadamente, el sevillano parece haber espantado fantasmas, ha cogido las riendas de su carrera y se dirige a donde apuntaba hace una década: al Olimpo de las mejores voces en su género.

Un género que como demostró en su visita a Chiclana hace unos días, no es singular, sino plural. Porque Falete demostró sentirse cómodo en un tipo de canción ligera (sin matiz peyorativo), que encumbró a estrellas como Rocío Jurado. Pero también transitó con acierto por los cánones de la canción española, género por el que siente absoluta devoción y del que puede ser uno de los escasos dignos continuadores de la obra de los clásicos de toda la vida. Falete canta copla clásica y ayuda a que no caiga en el sueño de los justos, trayendo nuevos temas a su repertorio que es lo que precisa este género anquilosado y anticuado. Y es que, tal y como decíamos el otro día del tango que canta Mariel Martínez, es necesario savia nueva para revitalizar un estilo y la copla adolece de esa nueva generación de letristas. Al menos Falete, canta con amor y trata de insuflar ánimos a una alicaida canción española. No siempre hay que cantar a Quintero, León y Quiroga.

Tras un impasse dedicado al baile flamenco que poco aportó al espectáculo y que solo sirvió para que la estrella se cambiara de vestuario, Falete tiró hacia terrenos del cante jondo donde también se siente como en su salsa. Fantásticas sus variaciones vocales que posibilitan que domine tanto la copla como la canción ligera (con algunos arrebatos soul), hasta llegar a unos fandangos bien cantados con el que el cantante hispalense se divirtió y dejó en éxtasis al público justo antes del rush final de un concierto en el que solo estuvo acompañado por el piano. Un acierto puesto que la voz desnuda de Falete suena fresca y limpia con escaso acompañamiento y eso se agradece.

Entre vivas de un público entregado y bises con algunos de sus éxitos, el sevillano se despidió de una tierra que le venera y que salió cantando aquello del rojo rojo clavel...

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