martes, 9 de diciembre de 2014

Acordes y acuerdos

Siente la punzada de la música dentro de tí, cerca del corazón. Que se te remuevan las tripas. No escuches con los oídos, trata de que se te meta dentro y deja la mente en blanco.

Así me enseñaron a escuchar música, sea el género que sea, aunque sirve especialmente para aquellos a los que menos acostumbrados estamos. Lo bueno es que eso me lo dijeron a mi (y a mis compis de clase) hace ya más de veinte años y me ha servido como guía para enfrentarme a desafíos sonoros.

Porque de desafío sonoro cabe calificar The Musgö Project, la propuesta musical y sensitiva de Mar Gabarre que presentó el sábado pasado en el Teatro Moderno. Un recorrido por su primera maqueta que intercaló con videoproyecciones y recitado de algunos poemas propios. Mar llevó hasta el Moderno los sonidos de su arpa paraguaya y los matices de una voz que combina tonalidades aguerridas con otras más delicadas, complemento ideal para un instrumento que no cansa al oído pero que resulta el compañero ideal del cancionero de la artista chiclanera porque en ocasiones llena la estancia donde es tocado. Así ocurrió en el Moderno y así lo pudimos sentir. Lástima que el espectáculo quedara algo deslucido en los cambios entre canción y canción. Algún acompañamiento musical (previsto, pero que al final no pudo concretarse), mientras Mar se preparaba para el siguiente número, habría dado mayor continuidad, coherencia y sintonía a un concierto que tuvo momentos líricos excitantes cuando el arpa se convertía en protagonista, pero que decaía algo cuando la cantante empuñaba la guitarra (aunque en estos números, la voz emergía como protagonista).

Sin embargo, el repaso que hizo a su maqueta nos dejó muestras de lo poderosa que puede llegar a ser esta artista si su empeño en dar un hueco al arpa en la música popular llega a cuajar, algo de lo que no dudamos en absoluto. Temas como Mama told me o Don't look back sonaron poderosos en escena, y en esencia los seis temas que conforman su primer trabajo nos hacen pensar en que Mar Gabarre se ha quedado corta en sus aspiraciones. Demuestra una pulsión de artista excitante y que el desarrollo de sus derroteros musicales con el arpa están aún por escribirse.

De acuerdo estamos en que la música de Mar Gabarre vuela alto, que hay que escucharla sin prejuicios, con ganas de experimentar. Solo así llegaremos a la sensación de que los acordes nos suenen plenos de significado. Solo nos queda animar y aplaudir a los artistas que, como Mar, se dedican a patearse caminos tan tortuosos, pero a la vez, interesantes.

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