miércoles, 17 de septiembre de 2014

Mundo externo


Vista aérea de una ciudad. Impersonal. Podría ser cualquiera. Nubes. Un tren cruza el horizonte. Se escuchan notas de piano. Un padre alecciona a su hijo. ¡No, otra vez! El chico agacha la cabeza y sigue aporreando el teclado. ¡No, otra vez! Tristeza.

Tres gatos en un salón. Dos dormidos. Uno camina quejosamente apoyado en un bastón. Otro duerme tranquilo mientras una mosca cruza la escena y cae muerta en el sofá. El gato, blanco y negro de estilo cartoonesco, se despierta y lanza una mirada asesina hacia su izquierda, que efectivamente, asesina a otro gato, puesto que su propia mirada lo parte por la mitad. La mirada asesina se posa sobre un delicioso pastel que está apoyao en el quicio de una ventana. El gato lo observa con gula a través de un círculo efectuado en una cartulina a modo de catalejo. Como tiene hambre, se come... la cartulina. El gato del bastón -que además no ve, por eso es ce...gato-, tropieza y cae porque había una cáscara de plátano en el suelo. La cáscara de plátano, horrorizada por el pisoteo, patea la cabeza del felino, mientras sus compañeros de raza ven en la tele un nuevo capítulo de la exitosa serie Love birds.

Love birds. Delicia de serie. Sale un dulce pajarito colgado de una rama. Llega otro pajarito con pinta de alelado y le declara su amor incondicional en un gorjeo ininteligible al primer pajarito. El primer pajarito se caga en el segundo pajarito que huye de la escena del crimen... perdón, de la escena del amor y limpiándose el rostro como buenamente puede, llega a una oficina donde ve un fax (¡un FAX!) que en cuanto ve a la pequeña ave, se suicida tántricamente surgiendo de su ranura un descomunal pene (convenientemente pixelado para evitar malentendidos). El pajarillo picotea en el pene (convenientemente pixelado) y vuela hacia su nido donde ofrece el trozo de pene (convenientemente pixelado) a sus polluelos, que enloquecidos, lo aceptan de buen grado.

Meanwhile, una vaca retuerce su cabeza y un señor con barba camina por una lóbrega calle donde se cruza con una cabeza sanguinolenta y con un pollo. Al notar que nadie le ve, se acerca a un callejón y salta para conseguir unas monedas al modo Mario Bros. Obtiene su premio. Salta otra vez. Se da un coscorrón.

Cuatro seres extraños viajan en un vagón de metro. Uno de ellos, vomita verde. Va al médico y este le receta que se folle a sí mismo.

Plató de televisión. Música de divertido show. Aplausos y risas. Es una sitcom. Una familia formada por una gata, un mapache y sus dos hijos humanos. Conversación ininteligible.

Volvemos con los gatos. La cáscara de plátano nada sobre un líquido sanguinolento. El gato que mató al otro gato y se comió la cartulina duerme.

Un padre y su hijo juegan al frisbee. Podrían jugar a la petanca, pero no. Juegan al frisbee. Y es raro porque ni yo mismo sé escribir la palabra freisbi... frisbe... freisbe... Joputa. El padre lanza el fr... el disco y como es torpe de cojones, el disco retrocede y se le clava en la cara muriendo en el instante. El hijo, alarmado, socorre al padre, le quita el disco de la cara, lo lanza atrás con tan mala suerte que retrocede y el disco le corta la p... cabeza.

El ser extraño que vomitaba verde va a la farmacia y compra lo que le recetó el médico. La farmacéutica le da pastillas de Fóllese usted mismo. Se toma un par de píldoras y se convierte en un madafacka follador. A la farmacéutica le da un síncope.

Otro tío en el mismo callejón salta y da cabezazos en modo Mario Bros. No consigue monedas, solo hacer un agujero en el suelo por el que desaparece.

Dibujos animados japos. Los odio. Un mono, una rana y un gato toman té. Sí. La imagen se para. De la parte superior surge una taza con café que se derrama sobre la mesa, mientras los animalicos alelados no dan crédito a lo que ven. Yo tampoco.

Los seres extraños del metro otra vez. No está el que vomitaba verde que ahora es un madafacka, sino otro moñeco vestido de esquimal. Se asustan porque un niño rubio cruza el vagón gritando y aporreado un tambor.

Cambiamos de escena y vemos una mierda cruzando la calle. Tiene encima sus mosquitas de rigor y cara de preocupada. Para un taxi y le pregunta al taxista, que es un pez verde, si puede llevarla al hospital. El puto pez la deja tirada. Se dirige a un callejón y allí, entre dolores y espasmos, da a luz a una dulce mierdecita. La madre la mira con enfado por el dolor sufrido. Otra mierda corre por la calle y se cruza con un señor que intenta encender un pitillo junto a una máquina expendedora de champiñones mientras suena una dulce música.

Mientras tanto, el ser extraño que vomitaba verde que fue a la farmacia, que compró lo que le recetó el médico y se convirtió en un madafacka follador, conduce a gran velocidad por una autopista... o algo así. Hasta que se la pega con un trozo de madrea... y no pasa nada. Atropella a un gato blanco... y no pasa nada. Bueno, sí pasa. El ser extraño que vomitaba verde etcétera... sale del coche y salta sobre el cadáver del gato blanco pisoteando su alma, pero lo que consigue es revivir al minino. Para la sorpresa de ambos, aparece un alien de múltiples ojos, múltiples piernas y múltiples tetas, pero no sé por qué.

El niño del piano y su padre. Otra vez. El niño sigue sin complacer al padre que le pega ostias con un pescado.

Un señor enfundado en un traje verde pasea por la calle mientras se detiene al lado de otro señor que trata de pescar algo con su caña en una alcantarilla. Como no pesca nada, se va en su coche, pero éste explota al encenderlo. Es que estaba al lado el tío que trataba de fumar, pero no puede encender la lumbre... Huye, porque cree que ha provocado la explosión. Y del lugar donde se encontraba, surge del suelo el primer señor que saltaba en plan Mario Bros. Está aturdido pero compra un champiñón en la máquina expendedora mientras se rasca el culo. Se lo come y le crece la cabeza como un globo con helio. Vuela.

Llegamos al intermedio donde un tío estúpido con sombrero años 20 nos explica un rollo ininteligible. Le damos al fast forward.

Terraza de un bar. Una lombriz toma el sol en una tumbona mientras lee despreocupada. A su siniestra, un cartel donde dice claramente que no se le puede hacer fotos. Llega una imbécil y le hace fotos... con ¡flash! La pequeña lombriz cae presa del baile de San Vito y la insoportable fotógrafa la rapta y se la lleva a su casa. Allí, pone a todo volumen el Himno de la Alegría de Beethoven mientras se tumba en la cama y se introduce la lombriz por... supongo que es por ahí. A todo esto, llega el alien de múltiples órganos pero todo esto tenemos que verlo en el contexto de un niño viendo una especie de Youtube. En realidad todo, lo estaba viendo el niñato mientras su padre se preguntaban si el hecho que el niño viera esos vídeos eran una mala influencia. El padre le dice a la madre que no se preocupe porque todo es animación y no causa efecto alguno. Un tentáculo animado le da una ostia al progenitor. Ay...

El niño del tambor vuelve. Comete sus fechorías en una exposición. Al ver el inusitado éxito de la criatura, lo convierten en objeto de arte.

El mono y la rana del té. El primero sodomiza a la segunda. Le da mandanga de la buena mientras se graban en vídeo. En un momento pasional del coito, a la rana le asaltan las dudas morales y le pregunta al mono cuántos años tiene. "Cuatro y medio", responde el primate, sin dejar de asestar embestidas a su compañero de ¿cama? La ranita dice que entonces están haciendo algo ilegal, pero el sagaz mono dice que no porque son 89 años humanos. La ranita, condescendiente, le halaga diciendo que parece que tuviera 85 años... Y siguen frungiendo.

Gato en un callejón. Se sube a unas cajas y mira por un hueco hacia el mundo exterior, sin embargo, saca la cabeza a unos cuantos metros de distancia (es el mismo gato, desdoblado en otro plano de la existencia pero que por caprichos del que esto escribe, están compartiendo escena). El gato se va y aparece de nuevo el niño y su papá, que cada vez se enfada más porque el niño no hace lo que cree que es correcto. Después de pegarle un par de capones, el niño coge la pistola que sostenía su progenitor y le dispara. Cae muerto, pero en realidad desaparece como si fuera uno de los agentes de Matrix. El niño sigue tocando plácidamente el piano pero una fantasmagórica mano le da de leches.

Otra que no está bien es una joven que llora lágrimas literalmente. Literalmente porque llora la palabra "lágrimas" de sus ojos. Se suena los mocos y pide perdón. Está desconsolada, la pobrecica. Coge otro kleenex, provocando fuertes dolores a la caja de pañuelos de donde los extrañe. La doliente caja, salta del sufrimiento y en venganza, le arranca una mata de pelo y se suena los mocos. La jovencita llora más amargamente si es posible.

El tío del mechero sale de una tienda y se advierte que lleva algo bajo su chaqueta. Ha robado. Un policía le persigue pero se incendia al encender el encendedor. Todo muy freak, pero real.

Una profesora de espaldas a su alumnado escribe en la pizarra "Comportamiento inaceptable". Se da la vuelta y su cara es un pequeñito Hitler corriendo sobre una cinta de esas horrorosas donde la gente sufre más que en un campo de concentración. Los niños, cuyas cabezas son montones de cuerpos escuálidos y muertos, chillan de horror.

Meanwhile... otra vez estamos en el sitio ese raro donde está el gato que mata con la mirada. Un ratón, sospechosamente parecido a Mickey, pero que no es él, navega en un barca, porque como recordamos todo el suelo está lleno de un líquido sanguinolento. En el mismo emplazamiento, un ser raro sueña con conceptos como "libertad" y  "igualdad de derechos" pero todos se desparraman por el piso cuando suena una alarma. Unos bomberos entran en la habitación, recogen los conceptos caídos del suelo y abofetean al extraño ser que ahora piensa en el concepto "ironía".

Una chica en una bañera en nuestra próxima protagonista. Está desnuda y quiere suicidarse. Se pincha en la muñeca con un cuchillo y empieza a brotar sangre de ella. Sangre que llena la bañera. En ese preciso instante y haciendo una entrada bajo música de videojuego, entra otro extraño ser con grotescos labios azules y se da una ducha, mientras la chiquilla va desangrándose lentamente. Debería acabar en un hospital, pero no. Quien está en un hospital es un señor que lleva flores a un joven que está siendo alimentado por una enfermera. El visitante le pregunta al paciente que qué pasa con él, mientras que el paciente le señala un cartel en el que la dirección del hospital advierte a los visitantes que no pregunten a los pacientes, qué pasa con ellos.

El oso, el mono y la rana (estos dos después de follarse a saco), comen un helado. Al oso se le cae la bola de rico helado pero el mono y la rana le comentan que no se preocupara, que harían más. Dicho y hecho. La rana se pone en pompa y caga una deliciosa bolita que acompañada de barquillo resulta ser un rico helado.

Ya no puedo pensar más en 3D, así que me paso a las dos dimensiones...

Una nave espacial, una bola, un ama de casa lesbiana, líneas que cruzan el horizonte en blanco y negro, una bailarina rota por la mitad y una tetera. No hagáis preguntas.

Jesucristo mellado, con las dos piernas amputadas y en silla de ruedas camina sobre las aguas (es un decir). Suena el Aleluya de Haendel. que siempre es música elegante para ilustrar estas situaciones evangélicas. Con un acercamiento de cámara (también es otro decir), notamos que en la frente JC tiene un agujero, como provocado por un balazo. Vemos a través de él, el contorno de un pastel.

Retrocedemos donde dejamos al padre con la cabeza cortada por el freisba... frischbi... Por el disco de los cojones. La cabeza rueda por la escena y un gran ratón negro saluda.

La familia formada por una gata, un mapache y sus dos hijos humanos charlan en la cocina. Una risa externa les interrumpe. Papá mapache va a por el interfecto, lo coge por el cuello y lo tumba sobre la mesa. Los demás miembros de la familia le cogen por las extremidades, mientras la niña coge un serrucho y le corta la cabeza. Papá mapache también pierde la cabeza porque, en un sorprendente giro del destino, aparece el frasbe... el puto disco y lo deja eunuco de arriba. Hay que prestar atención a un mensaje: "Esto es pura ficción y no está basada en la realidad. Esto no pasa en este universo ni en ningún otro conocido. Solo tienes que pensar en que todo esto es un gran vacío desparramado por todas direcciones". Decía que la niña le había cortado al tipo que se reía la cabeza. Pues bien, la cabeza se salva de esta increíble situación y sale catapultada de la habitación mientras sigue riendo. Pero no reirá más en cuanto caiga sobre la vía del metro y acabe destrozada desparramando sesos por todos lados.

Un gran espacio con cientos de sillas donde de sientan muchos de los personajes que han pasado por esta ficción. El niño del piano los mira triste y empieza a sacar notas de su piano. Todos, incluida la mano fantasmagórica de su malévolo padre, lloran lágrimas negras de tristeza. El concierto es retransmitido por la tele y los gatos del sitio con el suelo lleno de líquido sanguinolento, lo siguen con interés y también lloran lágrimas, pero estas no caen,... suben al techo.

Nos alejamos de esta ciudad...

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