martes, 8 de noviembre de 2011

INSIDIASH...


E
l debate Rajoy-Rubalcaba no sirvió para nada. Bueno, sí, para constatar que las posiciones de uno y otro son las mismas. Sinceramente, a ese 30 por ciento de indecisos que dice el CIS que existe -y que luego no irá a votar, y si no al tiempo-, creo que el toma y daca de ambos candidatos los dejó fríos.

Está claro que la refriega entre Alfredo y Mariano desató el interés de muchos y ahío están las audiencias para corroborarlo, pero el desarrollo del debate dejó meridianamente claro lo que muchos ya intuíamos: que uno se iba a ir al ataque y que el otro iba a poner el autobús delante de su portería. Sinceramente, ahí estuvieron ambos muy finos. Cumplieron.

En líneas generales el debate fue de guante blanco, amable, sin apenas tensión, salvo las interpelaciones del socialista, siendo hábilmente evadido por un Rajoy que, entre gazapos nominativos y geográficos (no, no se conoce muy bien la Sierra de Cádiz), capeó el ataque frontal de su oponente sabiéndose ganador oficioso de la contienda. De ahí su pasotismo absoluto por desgranar propuesta para su futuro gobierno... si lo hay. Apenas tres o cuatro menciones a medidas vagas. De hecho, Rubalcaba hizo más que Rajoy por pregonar el programa del Partido Popular. En ese aspecto, el presidenciable socialista estuvo más atinado a la hora de hacer llegar su mensaje a las masas. Rajoy llamó mentiroso a Alfredo (se me vino a la cabeza ese ya mítico aserto aznariano... "ha faltado usted a la verdad, señor González"), le reprochó el lanzarle "insidiash" (otro momento ya mítico) y cumplió su plan: no meterse en charcos. Sobresaliente Mariano.

El problema de Rubalcaba (y por eso, la gran mayoría lo da como perdedor), es la herencia legada por Zapatero. Ni el mejor programa, ni las mejores intenciones, ni saber batirse el cobre mejor que su contrincante (que lo hizo con creces), posibilitó que la gente olvidara lo que aún vivimos: una pesada losa llamada crisis de la que el Gobierno de Zapatero no nos ha sabido sacar, entre otras cosas, por una errática política lastrada además por la imprevisión y por la falta de vista a la hora de preveer las consecuencias del mal momento económico. Contra eso, poco que hacer. Rajoy sólo se sacó de la chistera cifras, estadísticas y lecturas más o menos literales de las fichas que le habían preparado en Génova. Esperemos que si llega a La Moncloa (o a donde quiera irse a vivir), no haga lo mismo porque si no...

Conclusiones: todo siguel igual. Rajoy sigue sacando varias cabezas a Rubalcaba. ¿Indecisos? Sí, los hay, pero ni Mariano sumó más apoyos, ni Rubalcaba comió terreno. Por mi, como si votamos ya.

Foto: europapress.es

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