domingo, 7 de agosto de 2011

EL DÍA DE LA MARMOTA


C
omo Bill Murray en esa fantástica película que es Atrapado en el tiempo, en los últimos meses estamos asistiendo a nuestro particular Día de la Marmota económico. Que si nuevos mínimos en los mercados bursátiles, que si la prima de riesgo sube, sube y vuelve a subir, que si los inversores no recuperan la confianza y que si las agencias de (des)calificación imponen un corsé a ciertos países con sus “notas” del que es complicado escapar. Por cierto, con Estados Unidos al borde del colapso económico, ¿por qué Standard and Poor’s, Fitch o Moody’s no han rebajado la calificación y la siguen manteniendo en tripe A? Aunque afirmen ser firmas independientes, S&P, Moody’s y Fitch están controladas por los mismos fondos de inversión que dirigen gran parte de los destinos de los mercados; y que tienen construida gran parte de su cartera en valores estadounidenses, por lo que se verían perjudicados por una rebaja de rating. Primero, porque cuando se baja la calificación de un país, suele haber un efecto dominó entre sus compañías. Esto es así porque se considera que no existe activo más solvente que el propio país.

Segundo, porque muchos fondos sólo pueden invertir en activos con triple A, con lo cual, una rebaja de Estados Unidos conllevaría tomar decisiones similares en empresas norteamericanas e impediría a muchos inversores poder hacer negocios con ellas, aunque sean grandes grupos, que ofrecen grandes oportunidades de ganar dinero a los fondos.
Se da la circunstancia de que algunos de los fondos más importantes del mundo son, precisamente, los accionistas de referencia de las agencias de rating. Y aquí aparece uno de sus grandes conflictos de interés. Si es que, no van a ir contra ellos mismos, ¿no? La siguiente pregunta es por qué seguimos confiando en estos estafadores encubiertos que encima han puesto en jaque la economía de muchos países.

Por otro lado, está el asunto de la prima de riesgo, algo que al común de los mortales nos da lo mismo, porque lo que nos importa es cómo llenamos el carro de la compra con menos dinero o como poder hacer frente a nuestra hipoteca. Eso es lo importante, pero eso no implica que la prima de riesgo no nos influya.

En realidad, el aumento de la prima de riesgo no afecta a la deuda ya emitida por un país, pero influye en la deuda que emita esos días: la desconfianza que representa se traslada al mercado primario de deuda y los inversores institucionales exigirán un mayor tipo de interés en las próximas subastas.

Además, también influye en los bancos del país -habitualmente, grandes tenedores de deuda pública de su gobierno-, que deberán pagar más intereses cuando traten de conseguir dinero en el mercado interbancario. A partir de los bancos, se distribuye en cascada por toda la economía: cuando las familias o las empresas acudan a pedir créditos, tendrán que pagar también más intereses.

Esta situación se agrava en un contexto de falta de liquidez como el actual: los países, los bancos, las familias y las empresas compiten por la financiación, lo que también eleva al alza los tipos de interés. España, en concreto, arrastra una deuda privada mucho mayor que la pública (en torno al 120 por ciento del PIB, frente al 45 de la deuda pública), lo que eleva su riesgo. Un paréntesis para preguntarnos por qué tampoco se habla de esta circunstancia y sí nos llevamos las manos a la cabeza con el endeudamiento público

Pero, ¿cómo se detiene la espiral alcista? En pocas palabras, recuperando la confianza de los inversores. Estados Unidos tiene unos problemas similares a los de España (estallido de la burbuja inmobiliaria, elevado desempleo, abultado déficit público), pero los inversores están seguros de que pagará y hasta hace muy poco no han penalizado sus emisiones -ya se encargan las agencias de (des)calificación de ello-. Sin embargo, las dudas están alcanzado incluso a la primera economía mundial, que ya ha iniciado el camino de los recortes.

Los países de la zona euro, además, no tienen capacidad para devaluar su moneda e inyectar liquidez -como ha hecho la Reserva Federal comprando deuda-, puesto que dependen del Banco Central Europeo. Por el momento, los inversores no perciben que la autoridad monetaria europea esté por la labor de poner a funcionar la máquina de hacer dinero, así que los países están al albur de quienes les prestan dinero. Así las cosas, la credibilidad se está intentando ganar realizando ajustes del gasto, pero los recortes frenan el crecimiento, lo que implica más problemas para pagar la deuda y, a largo plazo, nuevas dudas sobre la solvencia, además de hacer crecer el descontento ciudadano. El círculo vicioso de la desconfianza sigue agrandándose.

Foto: scriptshadow.blogspot.com

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