martes, 19 de julio de 2011

LETRAS DE VERANO


H
ago las maletas para irme unos días de vacaciones y entre las cosas habituales que uno se lleva... y algún que otro olvido, siempre va algún que otro libro. Aunque luego durante esos días de descanso, de retiro cuasi espiritual, y de desconexión total -o al menos eso es lo que uno pretende-, tampoco toque mucho alguno de ellos, siempre me da cosa el viajar sin llevar algo que me pueda ocupar algunos ratos ociosos en los que no sé o no puedo divertirme con otra cosa. El libro siempre está ahí, al alcance de la mano para poder liberarme de otra forma que no sea playa, playa o playa (que por cierto, no me gusta nada... en verano).

Exactamente no sé que voy a leer en estos días, pero a vuela pluma, les puedo aconsejar algunas cosillas que sí pueden ustedes probar para estos meses de canícula... si les apetece claro.

Lo primero que me viene a la cabeza es el viaje. Coger el coche, quemar rueda, comerte los kilómetros (siempre con precaución), emulando a los personajes creados hace más de medio siglo por la prosa espontánea de Jack Kerouac. Ser Dean Moriarty o Sal Paradise recorriendo paisajes y mujeres. Inspiradora de múltiples viajes a través de los Estados Unidos, recorriendo la Ruta 66, En el camino es un libro que se consume y se paladea mejor en verano... a ver si así, a uno también le entran ganas de repetir ruta...

Poesía. Pablo Neruda. Isla Negra. Tan sólo con evocar el espacio vital y artístico del chileno, ya merece la pena "echarse" unos versos con el verano de escenario de fondo. Tampoco hay que decir mucho más.

A verano también me huelen/saben algunas obras del gran Raymond Chandler, sobre todo aquellas en las que sale Philip Marlowe, ya sea en relatos o en sus novelas. Me quedo con El largo adiós... y de postre alguna de las películas para las que colaboró como libretista (Perdición o Extraños en un tren).

El lado oscuro, salvaje, visceral, amoral, pero por otra parte, apasionante del Hollywood más "gamberro" está magistralmente diseccionado en un libro llamado Moteros tranquilos, toros salvajes, de Peter Biskind. Una completa radiografía de una época en la que la creación fluyó como en (casi) ninguna época en un Hollywood que algunos querían creer decadente... pero no.

Una debilidad. El queso y los gusanos, de Carlo Ginzburg. Un libro impresionante que inauguró el género de la Microhistoria y que cambió para siempre el modo de contar los hechos del pasado. A través de la vida y obra de un molinero italiano del siglo XVI, en especial del proceso inquisitorial que se siguió contra él, conocemos no sólo su vida sino también cómo era la sociedad en la que se desenvolvía desde muchos aspectos colaterales. Una joya que se lee en un pis pas y que te deja un regusto interesante, aunque seas profano en la Historia.

No podría dejar de recomendar las aventuras del inspector Serrano, protagonista de La saga de la ciudad oscura que nuestro compañero Juan García acaba de cerrar de forma exitosa este año, y que también puede ser una buena obra para acompañarnos en este largo y cálido verano.

Muchas otras historias pueden caber en una maleta de verano. Pero les voy a dejar a ustedes que elijan... Tienen donde hacerlo.

Foto: notedetengas.es

2 comentarios:

Juan dijo...

Gracias por el guiño y la publicidad gratis! Por cierto, los libros -los míos- ya están en Estudio en Escarlata (mMdrid), pal que le interese.
Te echamos una miaja de menos.

Miguel A. dijo...

De publicidad gratis ná! Un jarra cerveza (a ver si puede ser, jeje)... Ya difundo lo de Estudio en Escarlata, lugar al que por cierto, tengo que ir la próxima visita que haga a Madrid. Yo también os echo de menos... a algunos (a los/as demás, los olvido dándome al bebercio de fino)