domingo, 17 de julio de 2011

¿HASTA CUÁNDO?


E
n sus Catilinarias, Cicerón emplazaba al hartazgo de la sociedad civil ante quien pretendía hacerse con el poder de una forma inusual. Cicerón se preguntaba aquello de “¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros?”. Pues 2074 años después de esos discursos que muchos hemos traducido en nuestras clases de latín, podemos emplear los mismos argumentos para hablar de las agencias de calificación de riesgos, entidades que han jugado un papel muy cuestionable en la actual crisis financiera. Las tres grandes (Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch; las tres de Estados Unidos), no sólo erraron simultánemente en la calificación de las hipotecas subprime, génesis de este cataclismo financiero que estamos viviendo desde mediados de 2008, sino que han manipulado deliberadamente la información de la que disponían para sacar inversiones de los países europeos (al bajar la calidad de su deuda) y llevarlas a Estados Unidos, donde la calificación sigue siendo alta. Esto es así. Lo sabe todo el mundo pero nadie ha hecho nada. Ahora tímidamente, la Unión Europea a través de Durao Barroso y hasta la mismísima Angela Merkel ponen el grito en el cielo. ¿Tanto tiempo han tardado en darse cuenta del despropósito de fiar el análisis económico a estos foros especuladores? Lamentable.

Estas acusaciones no deben sorprender a nadie. El comportamiento de estos organismos es el resultado casi inevitable de una situación en la que los principales bancos seleccionan y pagan a las propias agencias para que emitan sus informes. Las agencias entregan una opinión altamente subjetiva y de escaso rigor técnico. La fuerte dependencia de estas entidades con la banca es el principal obstáculo para esta clamorosa falta de transparencia. Estos organismos, claramente especuladores, opinan por la vía de los compromisos y no tienen parámetros objetivos. De ahí que nunca advirtieran la crisis y que etiquetaran con AAA (triple A, la máxima calificación con la que juegan) a las hipotecas basura que reventaron en Wall Street. Sin embargo, han castigado duramente la calidad crediticia de España o Grecia, sin penalizar la deuda de Estados Unidos, el epicentro de la crisis.

Varios son los ejemplos en los cuales las agencias de calificación hicieron mal su trabajo, incluyendo el fraude del caso Enron, que fue informado por The New York Times seis meses antes. Asimismo, se cuestiona fuertemente el valor dado a las hipotecas subprime, considerando que se sobreestimó groseramente su calidad crediticia. Este hecho desempeñó un rol crucial en la actual crisis financiera, dado que no sólo se concedieron créditos a diestro y siniestro sin ningún resguardo, sino que además fueron certificados como deuda de alta calidad (triple A). El derrumbe de Lehman Brothers (también se le dio la máxima confianza por parte de estos jinetes del apocalipsis financiero), tampoco fue advertido, y ahora buscan minar la confianza de los inversores en la deuda de países como Grecia, Portugal, Irlanda... y en menor medida, España.

¿Qué necesidad tenemos que aguantar estos dictámenes basados en presupuestos falsos y que buscan claramente seguir cebando el fantasma de la especulación? ¿Hasta cuándo van a abusar de nuestra paciencia?

Foto: attacmadrid.org

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