jueves, 19 de mayo de 2011

EL MAYO DEL 2011


S
in barricadas pero con consignas. Sin algaradas, pero con embestidas policiales. Sin Danny el Rojo, pero con muchos manifestantes anónimos. Sin Torre Eiffel, pero con Puerta del Sol. Ambas en mayo. En realidad, una única matriz ideológica une el mayo del 68 francés con el mayo del 2011 español: el hastío y la indignación.

Haciendo caso al filósofo Stephan Hessel, que en su libro ¡Indignaos!, clamaba contra un despertar de la población ante los abusos de las políticas guiadas por los mercados, miles de españoles, en su mayoría jóvenes, pero también parados de mediana edad y pensionistas, se han echado a la calle de forma pacífica para reivindicar un cambio en las maneras políticas que imperan.

Era el esperado encuentro de los cuatro gatos que se ha ido convirtiendo, cual bola de nieve, en un movimiento general e integrador de las cuitas de una sociedad que está demostrando estar harta de ciertos manierismos políticos que convencen a cada vez menos.

Su programa, nada oculto, se basa en dos cosas muy simples: mayor participación popular en la política y mayor igualdad social. Las manifestaciones (no sólo la de Sol, también las de Barcelona, Granada, Sevilla o la del pasado sábado en Albacete), han sido una muestra de que la gente quiere más democracia en el sentido etimológico del término. Está sedienta de poder elegir libremente, aunque la elección directa de candidatos haya sido hasta ahora un aspecto vetado para las grandes formaciones de este país.

El mayo parisino acabó en la nada más absoluta. El idealismo se desvaneció un año más tarde en una nueva mayoría absoluta de Charles de Gaulle, mientras quedaron las imágenes y los lemas. España tiene ahora una buena oportunidad para sanear estructuras y poner en valor nuestro sistema democrático. Que sea el mayo más largo...

Foto: Efe.

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