miércoles, 23 de febrero de 2011

GRACIAS POR FUMAR


I
maginemos que todos los hosteleros españoles cabreados con la Ley Antitabaco consiguen lo imposible. Imaginemos que obtienen una merced del Gobierno mediante la cual la norma queda derogada (o en suspenso), y la gente puede volver a fumar. Vuelven los humos, vuelven los viejos hábitos, vuelven esos cafés acompañados de pitillos, el cubata del sábado por la noche mientras se “liga” (o se intenta) con la de al lado. Imaginemos las cajas registradoras llenas de billetes y los semblantes contentos de los hosteleros. Qué bonito es soñar.

Imaginemos que los bares se quedan medio vacíos. Sí, sí, vuelven los fumadores (¿se fueron alguna vez?), pero se marchan los no fumadores, a los que les molesta un ambiente cargado, esos que se salen porque les lloran los ojos, aquellos que prefieren tomarse en su casa un gin tonic a salvo de humos que provoquen algunas molestas enfermedades respiratorias. Oh, perdón. Creo que los hosteleros no habían pensado en ese pequeño detalle, en la cantidad de gente que puede no entrar en un bar cuando la Ley Antitabaco quede vencida. Estos clientes podrán volver a entrar, pero creo que estarán por buscarse ambientes más sanos. ¿Harán los hosteleros otra huelga para reclamar su atención?

No hacen falta hipérboles para darse cuenta lo maniqueo que puede llegar a ser el debate sobre la Ley Antitabaco. Ya lo comentaba hace unos días y en esta ocasión lo vuelvo a repetir. Los hosteleros pierden dinero con la Ley Antitabaco, pero probablemente lo pierdan también si se da marcha atrás. Habrá que pensar tanto en la libertad de los fumadores como en quienes no desean estar en un sitio cerrado y lleno de humo. Está claro que los españoles somos especiales para todo, y lo que para otros países es normalidad para los españoles es un ataque en toda regla a los derechos fundamentales.

Sinceramente creo que lo que han montado los hosteleros es un circo con pocas pistas y con tantos remiendos en la carpa, que con poco puede llegar a caerse. Dejémoslo en rabieta. Y si tan preocupados están por la pérdida de efectivo en sus registradoras siempre puede acudir a un viejo truco: subir los precios del café, de los bocatas o del gin tonic. Ya es algo que hicieron cuando entró el euro y entonces no había haciendo huelga contra los bares.

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