martes, 4 de enero de 2011

EL CONTRATO SOCIAL Y SUS VARIANTES


H
ace algo más de dos siglos a un señor se le ocurrió que para que el ser humano viviera en un estado que fuera lo más parecido a la felicidad debía existir una especie de acuerdo interno entre los miembros de una comunidad. Esto implicaba que quien ostentara el poder en esa sociedad estableciera un convenio con los gobernados en busca del bien común. Ese señor se llamaba Jean-Jacques Rousseau y esta teoría la desarrolló en su obra más importante, El contrato social.

Trasladado a nuestros días y a una realidad más cercana que la del filósofo ginebrino, el presidente José María Barreda no ha dejado de insistir en que su interés ha sido el de gobernar en coalición con la ciudadanía, una especie de contrato social suscrito por el político ciudadrealeño tras ganar las últimas elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha.

Bajando otro nivel, existe otra forma de contrato social entre administradores y administrados. Ante un grave problema denunciado hasta la saciedad por los vecinos del Sector 14-Imaginalia, el Ayuntamiento ha puesto las bases de la solución. La grave acumulación de basuras y restos de obras en un parque, recordemos, ya terminado pero no recepcionado, ha causado problemas de salubridad en un barrio nuevo, con el consiguiente malestar vecinal.

Ante la desidia del agente urbanizador, el Consistorio ha metido mano para cumplir de esta forma, su parte del contrato social que tiene firmado con la ciudadanía, en este caso, con los vecinos de esa zona.

Hechos como éste, son los que sirven para poner en valor la democracia, esa democracia cercana, de andar por casa, que es al fin y al cabo, la que nos sirve para sentirnos lo más próximos a ese “estado de felicidad”.

Foto: Nuria Alfaro.

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