martes, 28 de diciembre de 2010

VIEJOS CAMINOS, NUEVOS RETOS


C
on motivo de la llegada del AVE a Albacete, hablábamos de la importancia de contar con una red de infraestructuras moderna y en buen estado de conservación. Como es preceptivo al finalizar cada año, se realizan los típicos balances y recuentos, y las carreteras, autovías y autopistas del país, no se libran de ello.

Cada mes de diciembre, un informe recoge todos los puntos negros de mayor siniestrabilidad de la red de carreteras nacional. Un recordatorio del trabajo que aún queda por hacer y de que, a pesar de lo mucho que hemos avanzado en materia de infraestructuras, el trabajo de conservación de las mismas tiene que ser igual de importante que el esfuerzo que se pone en invertir en nuevas vías.

En un porcentaje demasiado elevado de accidentes, irrumpe como factor decisivo, el mal estado del piso en carreteras, autovías o autopistas, aunque sí que es cierto que la brecha que hay en cuanto a estado de conservación entre las primeras y las demás, es demasiado grande. España cuenta con una red de vías rápidas envidiable (aunque, repetimos, deben estar en constante proceso de “chapa y pintura”), mientras que carreteras nacionales, regionales o comarcales, viven una especie de olvido por parte de las administraciones. Son las propias denuncias ciudadanas las que las hacen salir de ese letargo, y muchas veces, son los accidentes los que hacen recordar que estas vías también existen y que siguen siendo muy utilizadas. Un ejemplo lo tenemos en la N-322 que a su paso por la provincia contempla dos puntos “calientes”: mientras discurre por la zona de Villatoya y el tramo que atraviesa la Sierra del Segura. Es la segunda carretera del país en niveles de peligrosidad. Quizás este simple titular deba servir para que Fomento se ponga las pilas y libere el dinero necesario para construir la tan ansiada conexión por autovía con Andalucía.

Foto: El Pueblo.

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