martes, 19 de octubre de 2010

REGRESO AL PASADO

P
ardiez. Me he llevado todo el fin de semana bajo el síndrome de la nostalgia más ochentera. Esa época de viernes noche de Un, dos, tres y de sábados por la tarde con los dibujos de Willy Fogg o David el gnomo, de la teta de Sabrina en el fin de año del 87 y de las meriendas a base de pan con chocolate. Estoy nostálgico porque este fin de semana se ha cumplido un cuarto de siglo del estreno de uno de los iconos por excelencia de esa época: un maravilloso coche, unas zapatillas Nike que todos queríamos, un científico loco, un argumento endiabladamente enrevesado (para nuestras mentes infantiles, claro), un adolescente que no lo era tanto y... viajes en el tiempo... ¡La leche!



Se cumple un cuarto de siglo del estreno de Regreso al futuro, otro de esos inventitos de entretenimiento paridos por el señor Spielberg para hacernos soñar con otros paisajes más allá de nuestras preocupaciones cotidianas. Una película -luego trilogía- chula, de las que querías ver en tus ratos libres, de esas que te dejaban absorto ante la pantalla por ver como un mindundi era capaz de cambiar el curso de la historia... gracias a un DeLorean, ese coche del que no sabías si te gustaba más que viajara al futuro o que sus puertas se abrieran hacia arriba. Luego estaban los cachivaches que traía en su interior, que sólo encontraban competidor en el maravilloso Pontiac Trans Am que respondía al nombre de KITT en El coche fantástico, aunque el amigo de Michael Knight carecía del indispensable condensador de fluzo, que como todo el mundo sabe es conditio sine qua non para poder trasladarse a otras épocas, sean éstas pretéritas o futuras.

La mezcla de comedia, acción, buen rollo, escenarios de distintas épocas, la magia de los viajes en el tiempo, los enredos, los arquetipos bien definidos (el héroe, el muchacho tontaco, el científico loco -antes que existiera Flipy-, la chica, el malo), han hecho de esta trilogía una buena definición de lo que fueron los 80, años en los que crecimos siendo más o menos conscientes de que íbamos por buen camino. Compare ahora, amigo lector, con lo que reciben los niños y chavales de hoy en día, a través del cine o la televisión. En la pantalla grande, escasez de ideas, mucho remake y mucho 3D insustancial e insufrible para los miopes como el arriba firmante (aprovecho para pedir a las compañías cinematográficas que se dejen ya de memeces tridimensionales y vuelvan a tener ideas originales). Mientras, en la pantalla chica, época de sombras disfrazada de belenestebanes e demás higadillos recalentados. La asquerosidad más asquerosa. Comparen, comparen... Cuanto hemos cambiado en tan poco tiempo.

Probablemente, ya no existan películas con tanto carisma como las de Regreso al futuro, o como Los Goonies, o como tantas otras que en aquellas sesiones en una sala oscura nos hicieron creer que la diversión venía dada por fantasías que podían hacerse realidad y no por realidades inmundas que algunos quieren colarnos por fantasiosas. Probablemente a más de uno lo mandaba yo de regreso al pasado... y sin DeLorean para traerlos de vuelta.


No me he podido resitir (está dirigido por Nacho Vigalondo)...

No hay comentarios: