jueves, 21 de octubre de 2010

AHORRA O MUERE


C
ómo llegar a fin de mes. De entre todas las disquisiciones que en tiempos de reveses económicos se analizan de forma sesuda, la más importante (viendo el llamado lado humano de la crisis), es cómo llegar a sobrevivir a los últimos días del mes. Otros, ni siquiera pueden pensar en eso, porque no tienen ni para empezarlo. Pero la cuestión del ahorro familiar, que en 2009 se situó en un valor récord en la moderna historia de España (sobre el 19 por ciento de la renta disponible), es una variable interesante para medir la temperatura de la crisis.

Las familias empiezan a ahorrar un poco menos que en las etapas más duras de la crisis. Las cuentas no financieras de la economía española, publicadas por el INE esta semana, reflejan que los hogares han reducido el ahorro y han gastado más pese a la caída del 1,5 por ciento en su renta disponible en el segundo trimestre. La tasa de ahorro ha bajado al 17,2 por ciento de la renta disponible (5,8 puntos menos que en el mismo periodo del año anterior). Las familias obtienen así una capacidad de financiación del 6,7 por ciento del PIB; es decir, su ahorro más el saldo de las transferencias netas de capital percibidas supera las inversiones en ese porcentaje.

Estos datos pueden denotar que los tímidos brotes verdes han sido aprovechados para distender la “economía de guerra” en la que estaban sumidas muchas familias. Hasta ahora, el aumento de la precaución que el paro y la incertidumbre sobre el futuro retraían el consumo. Los individuos ahorran para acumular un patrimonio que les sirva de colchón para mantener su nivel de vida en momentos imprevisibles (paro, enfermedad) o previsibles (vejez). La propensión al ahorro, desde este punto de vista, tiene poco que ver con el comportamiento del avaro de Molière, que disfrutaba contando su capital por la noche. Para el grueso de las familias, ahorrar es prevenir. Y cuando la situación se adivinaba complicada, la respuesta fue aumentar el ahorro.

Pero hay otro importante motivo para eso: la reducción de la riqueza familiar. Para un español medio, el valor de su piso o de sus colocaciones financieras ha sido menor que hace tres años. Dado que el motivo último del ahorro es la acumulación para la precaución, cuando los precios de los activos aumentan, como sucedió entre 1996 y el 2007, la riqueza se incrementa de la misma forma en que lo haría si las familias hubieran ahorrado, por lo que la necesidad de ahorro disminuye. Esto es lo que pasó en España hasta el comienzo de la crisis, de forma que las familias, sintiéndose más ricas y con unas expectativas de crecimiento de la renta al alza, redujeron intensamente su ahorro. Pues bien, precisamente, está ocurriendo lo mismo en este perezoso camino de la recuperación, en el que hay que recordar, España sólo crece un 0,2 por ciento, mientras que economías de nuestro entorno nos sacan ya varias cabezas.
Las previsiones de los principales foros económicos del país parecen que vuelven a equivocarse. El español medio, se relaja cuando ve indicios de recuperación. La barra libre de la economía puede ser una tentación demasiado poderosa, pero ¿caeremos en los mismos errores?

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