domingo, 5 de septiembre de 2010

POLÍTICA DE HECHOS CONSUMADOS


A
estas alturas del camino, nadie cree ni a ETA ni a la izquierda abertzale. Sencillamente porque han jugado durante todo este tiempo a Pedro y el lobo (siendo el lobo, la posibilidad de la paz). Ahora que ellos pregonan la posibilidad de una vía firme hacia la paz, no se les cree, porque sus vaivenes ideológicos, sus timoratas decisiones y, sobre todo, la acción de las pistolas, han acallado el eco de una posibilidad de acabar con el problema del terrorismo separatista. No hay credibilidad en el entorno etarra y de eso, la responsabilidad recae única y exclusivamente, en los propios terroristas. Así que no valen los balones fuera y las excusas destempladas de los partidos que o bien apoyan al entorno de los asesinos o bien lo secundan con medias tintas.

Viene esto a cuento por la declaración de la izquierda abertzale indicando a ETA que decrete un alto al fuego permanente y verificable desde la esfera internacional. Podría haber sido una buena idea antes de que a ETA le diera por colocar una bomba en la T4 de Barajas, matando a dos personas. El pequeño hilo de la esperanza que había en la negociación con la banda se quebró de cuajo ese día. La desconfianza supuró y la herida se hizo más grande.

¿A qué juegan entonces los abertzales? Simple pragmatismo: ante la soledad y el aislamiento político al que está siendo sometida por la Ley de Partidos, los herederos de Batasuna buscan volver al redil político vasco. De ahí los gestos de alejamiento con los asesinos, ahora que están en el peor momento de su historia, acosados política, policial y judicialmente. Los abertzales quieren volver a la arena y saben que el principal obstáculo que tienen en ese empeño no es Madrid ni la “política españolista”, si no ETA.

Todo este proceso caerá como fruta madura... de un lado o de otro. La izquierda abertzale esperará un gesto de PSOE y PP pero este no llegará, aferradas ambas formaciones al imperio de la ley. Aquí el único gesto válido es la deposición de las armas y la entrega a la Justicia de los pistoleros.

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