miércoles, 25 de agosto de 2010

EL 'DEUS EX MACHINA' DE LA PASTA


S
i cree usted que los católicos nunca han sido buenos en el mundo de los negocios, que los calvinistas han sido unos zorros y que los judíos inventaron la usura, puede que haya leído a Max Weber y su ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo... o no.

El amigo Weber decía allá por 1905 (cuando escribió esta obra), que “el católico es más tranquilo; dotado de menor impulso adquisitivo, prefiere una vida bien asegurada aun a cambio de obtener menores ingresos, a una vida de continuo peligro y exaltación, por la eventual exaltación de honores y riquezas. Comer bien o dormir tranquilo, dice el refrán; pues bien, en tal caso, el protestante opta por comer bien, mientras que el católico prefiere dormir tranquilamente”. En esto (bueno, y en algunas precisiones algo más técnicas), fundamenta el sociólogo alemán su teoría sobre la relación entre el protestantismo y el progreso de las sociedades capitalistas. En una visión ciertamente reduccionista, Weber proclamaba el éxito industrial de sociedades como la británica, la alemana o la suiza al carácter individualista y emprendedor de sus habitantes, mientras que el catolicismo influía, digámoslo de manera poco injuriosa, en un carácter algo más ocioso para el desarrollo industrial.

Puede que Weber obviara que a finales del siglo XVIII, el empuje de la Revolución Industrial, primero en el Reino Unido y luego en países del centro y el norte de Europa, fuera el aldabonazo para un surgimiento industrial poderoso. Lastimosamente, en países del arco mediterráneo (verbigracia, España), los vientos de cambio no llegaron y ahí Weber puso el dedo en la llaga para decir que el carácter católico no es tan afín al mundo de los negocios.

Sin embargo, las teorías del amigo Weber (tomadas como dogma de fe por muchos sociólogos y economistas desde entonces), caen hoy por su propio peso al examinar el increíble crecimiento económico de países como China, India o Brasil (sin contar, el desarrollo ya conocido de economías tan pujantes como Japón o Corea del Sur). La fenomenología religiosa en su papel de deus ex machina en el escenario financiero, ya no casa hoy como hace un siglo. Los tiempos cambian, las casuísticas también y hoy la usura ha dejado de ser sinónimo de judaísmo y el papel de “hormiguita” económica ha dejado de ser patente de corso de los calvinistas. Quizás los economistas del presente deberían reformular las tesis de Weber y plantearse hablar de la ética del capitalismo basando en un mundo más sincrético, más interracial, más intercultural... aunque, perdón... no he caído en que ética y capitalismo son dos conceptos que quizás no comulguen demasiado bien.

Vaya papelón que nos dejó el alemán...

1 comentario:

Miguel A. dijo...

Muchas gracias compañero. Te deseo la misma suerte, aunque estés en esta categoría "inclasificable" (jeje), tan numerosa. Por cierto, buen blog... me gusta la gente que despotrica con sentido. Lo seguiré a partir de ahora