miércoles, 23 de junio de 2010

LA REVOLUCIÓN FRANCESA


A
lors enfants de la patrie / Le jour de gloire est arrivé. Pues algunos hijos de la patria parece que ya no esperan esos días de gloria. Las tontunas de algunos futbolistas franceses están malgastando el prestigio de la Tricolor y los bleus (observen ustedes el dominio que el arriba firmante tiene de la homonimia futbolera). Al parecer, después de perder el otro día con México, la grandeur de Francia se vio atacada y uno de los hijos (mimados) de la patria, salió por peteneras y mentó a la familia del seleccionador. Oh lá lá! El pelotero, que no pelota, se marchó con la cerviz gacha hacia Londres, pasando de largo por el país del croissant, supuestamente por la vergüenza ajena causada a sus compatriotas.

Graves problemas tiene que tener la Francia balompédica cuando hasta el mismísimo Sarkozy ha terciado en la polémica. Si es que los gabachos son para estas cosas muy suyos, y aunque en el once inicial casi no haya un francés francés (a Le Pen le dan miasmas cada vez que ve a once negritos y moritos cantar La Marsellesa), eso del orgullo nacional es algo que no se toca.

El Mundial africano está haciendo aflorar rencillas y malos rollos en otras selecciones. Los pésimos resultados ponen contra las cuerdas al italiano que rige los designios de Inglaterra (cosa fina, oiga), y a los italianos que están más perdidos que un inglés en un after de Benidorm. Ríos de tinta corren por las zozobras futbolísticas de ambas selecciones que no hallan el rumbo en el hemisferio austral. Será cosa del jet lag.

Mientras tanto, nuestra España empezó con mala pata ante Suiza, selección cuadriculada y que tiene más de panzer alemán que de precisa navaja helvética. Aquí no hubo palabras altisonantes ni ZP se metió en harina de otro costal (lo que le faltaba al presi). No fue ZP... fue Zapatones (Aragonés, para los no duchos en materia de motes futboleros) el que meó fuera del tiesto... de los hijos de la patria española... ¡Cáspita! Cuánto se echa en falta una buena letra de himno para conjurarse contra los malos espíritus futboleros (o dos goles de Villa).

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