martes, 25 de mayo de 2010

TIMOS 2.0

L
a crisis no va con algunos. No con aquellos que ven en las dificultades una nueva forma de ganar ingentes cantidades de dinero a costa de la confianza de los demás. Siempre me ha parecido un timo el ganar dinero fácil y siempre me ha parecido que empresas fantasmas, campañas de publicidad matutinas de préstamos de dinero “fácil” e inversiones asombrosas en chorradas como sellos y cosas similares, desprenden el pestilente aroma de la peor versión del feroz capitalismo.



Nos enteramos hace unos días que ha caído otro timo de la estampita versión 2.0. Los listos de siempre que han creído que en momentos como éste es el indicado para sacarle los cuartos a unos cuantos ilusos alentados por el dinero que nunca duerme.

Hablando de dineros que nunca duermen, ese es el subtítulo de la secuela de la película Wall Street que hace dos décadas significó el modelo definitorio del tiburón financiero. Ese Gordon Gekko (magistralmente interpretado por Michael Douglas), acabó con sus huesos en la cárcel, por hacer del dinero su religión... además de querer imponérsela a los demás. Eso es precisamente lo que han querido hacer unos indeseables que mediante un sistema piramidal de estafa (los intereses de los primeros inversores se pagan con los fondos aportados por los clientes sucesivos, o bien, con los intereses de los créditos exprés), han querido seguir demostrando que España es un país de trileros de la más baja estofa. El tiro, eso sí les ha salido por la culata porque su chiringuito ha quedado desmontado.



Volverán las oscuras golondrinas... a entonar un cántico quejumbroso por el dolo sufrido. Luego pedirán ayuda y más tarde explicaciones al gobierno de turno por “permitir” estas situaciones. El mismo cantar con protagonistas cambiados. Sucedió con lo de los sellitos. Gente que confía en tontunas para ganar dinero fácil y cuando se quedan con el culo al aire, el culpable siempre es otro.

No sé si España es un país de trileros (particularmente me simpatizan más aquellos que eran como Tony Leblanc y compañía en Los tramposos), pero sí que pululan por ahí unos cuantos memos que o intentan engañar o se dejan. Vergüenza en un caso y en otro.

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