domingo, 16 de mayo de 2010

BANDAZOS


Z
apatero sorprendió (o no) a propios y extraños al exponer al fin un paquete concreto, exacto y tajante de medidas para salvar a España de meterse en fangos como en los que se ha hundido la economía griega en los últimos tiempos. El presidente ha aprendido una cosa esta semana: el pragmatismo de quien ostenta el poder gana casi siempre a la cartera de ideales con la que se presenta ante la ciudadanía. Muchos de sus votantes se habrán sentido traicionados por las iniciativas que pondrán en marcha porque está claro que a nadie le gusta que se hablen de recortes sociales. Pero es lo que tiene la crisis. Si no se recorta por algún sitio, nos abocamos al precipicio.
Los bandazos ideológicos del inquilino de la Moncloa han servido por lo menos para imponer cierto sosiego en los mercados y que las agencias de calificación (esas que han hecho su agosto con la crisis y que viven ahora su particular ratito de fama), parece que no van a quitarle el sueño a los socialistas.

En el bando contrario, el PP ha vivido una semana rara y parece que las medidas del Gobierno ha trastocado un tanto sus planes. Entre eso, el PSOE que recorta la ventaja del PP en los sondeos y la incomoda posición de Francisco Camps dentro de la trama Gurtel, en Génova no ganan para sustos. Rajoy, ¡oh sorpresa!, sigue instalado en su ‘no a todo’, creyendo que el ‘cuanto peor, mejor’, le servirá para que ZP haga la mudanza de su actual morada y él la ocupe dentro de dos años. Si hasta esta semana, los populares hablaban de recortes, contención de gasto público, reformas profundas con precisión de cirujano y bajada de sueldos públicos (revisen hemerotecas), el líder de la oposición da un triple salto mortal y ahora se erige en portavoz de la causa social, criticando los ajustes del Ejecutivo. Se busca coherencia. Razón: Génova, 13.

En medio de todo queda el ciudadano que ha vivido una respuesta errática y tardía a la crisis económica y una alternativa que deja mucho que desear. Bandazos por un lado y por otro. El azuzado por el marasmo, el que paga todos estos vaivenes tiene ahora la sartén por el mango y tiempo por delante para tomar una decisión.

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