viernes, 23 de abril de 2010

UNA NUBE EN EL CAMINO


U
na nube en el camino me enseñó que mi destino era dejar de volar y volar... Más o menos como en la canción de José Alfredo Jiménez estamos con los humos del volcán islandés de impronunciable nombre. Una erupción que ha causado el caos absoluto, no sólo en el sistema aeroportuario europeo, si no también en el resto de medios de transporte que están sobrellevando como pueden el excedente de viajeros que no pueden tomar un avión en estos días.

La cosa tiene su aquel. Vivimos en una nueva era histórica. Desde que los homínidos empezaron a utilizar industria lítica para sus menesteres cotidianos hasta el momento actual en el que nos encontramos en una Edad Tecnológica, el hombre ha visto como cualquier tipo de ingenio o adelanto científico ha palidecido ante incidencias que escapan a su control. En este caso, todos los modernos sistemas de transporte, cualquier invención técnica en el más avanzado de los aviones no ha podido hacer frente a una nube de ceniza. Es lógico que los “pájaros” no alcen el vuelo ya que sería una insensatez viajar en este estado. La seguridad ante todo, pero cuesta creer que en pleno siglo XXI, una edad en la que nuestra civilización parece haber subido al escalón de los superhombres, nos veamos totalmente desarmados por una contingencia de este tipo. No es la primera vez que nos enfrentamos a este tipo de “problemillas”, pero por mucho medio técnico que tengamos, nos vamos a quedar “desnudos” porque al fin y al cabo, la Madre Naturaleza siempre es más sabia que nosotros.

Lo peor de todo es que lo único a lo que nos podemos apuntar es a la resignación, escaso bagaje para una sociedad que se ha acostumbrado a navegar a una velocidad de pasmo por autopistas virtuales y que a la más mínima tiene que dejar a miles de personas sin poder ir de un lugar físico a otro. Paciencia pues.

No hay comentarios: