miércoles, 10 de febrero de 2010

PERDÓN A LA JAPONESA


L
a imagen lo dice todo. El presidente de Toyota, ante un enjambre de periodistas se yergue y baja la cabeza en una demostración pública de perdón que no se ve por estos lares. Akio Toyoda, que así se llama el buen hombre, compareció cariacontecido ante la prensa (y ante los millones de clientes que usan sus coches), para expresar su disgusto por la mácula en la imagen de la empresa causada por un defecto en el pedal del acelerador. Malo para la imagen de la firma, pero malo para el honor...

Toyota se lo ha tomado muy a pecho, según nuestra concepción, pero para los japoneses el estar en boca de alguien por algo que has hecho mal (por obra o por omisión), es algo muy grave. El honor no se toca, y si no que se lo digan a tantos samurais seguidores del bushido o por ejemplo al escritor Yukio Mishima, que cometió seppuku (suicidio ritual), tras fracasar su intento de enaltecer la figura del emperador con un amago de golpe militar. Mishima fracasó y terminó quitándose la vida,... algo que él había soñado en reiteradas ocasiones porque no veía en su vida ni el más mínimo atisbo de decencia.

Perdón, honor, decencia... Valores olvidados en nuestra sociedad, hasta cuando se habla de ellos ya que pierden todo sentido dependiendo de quién hable de ello. Verbigracia, si la acción de un político debe ser ejemplar y ejemplarizante, en España tenemos casos a puñados de políticos que se pasan eso del honor por donde ustedes ya saben. Aquí no dimite ni dios, por algo que se haya hecho mal. No existe una conciencia del error (que perjudica a muchos), no existe el concepto de honor porque no hay un cimiento de valores donde se sostenga el servicio público. Naturalmente, caemos en la generalización inadecuada si apuntamos todos al mismo carro, pero donde en otros países la dimisión es un acto bien acogido y aplaudido por todo el mundo, en España es rara avis... Así no extraña que la política sea la tercera preocupación de los españoles por delante incluso del terrorismo.

Lo que se ve en la clase política lo encontramos también en otros ámbitos. El presidente de los empresarios españoles se lo lleva calentito todos los meses, se permite el lujo de cerrar su empresa mientras sigue vendiendo billetes para aviones que no van a despegar y echa a la calle a todos sus trabajadores. Mientras, “alecciona” al Gobierno sobre cómo salir de la crisis y por lo visto es el más indicado para dirigir la patronal. Una simple comparecencia pública, explicando por qué se ha ido al garete su empresa, un reconocimiento de su incapacidad como empresario, hubiese bastado a muchos... pero el perdón es una cualidad bastante complicada de asumir por algunos. En vez de eso, algunos son jaleados para continuar... en su error.

Nos hemos distanciado de los pequeños detalles, de la simplicidad de la humanidad, de aquello que nos hace parecer hombres y no máquinas. De unos casos a otros, la noche y el día. Lástima que en España sólo veamos oscuridad.

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