lunes, 22 de febrero de 2010

PEQUEÑOS ÉXITOS COTIDIANOS


B
uscamos de forma desaforada la gran noticia, el gran titular, la foto más apañada para dar la “campanada” cada día. Esa es una parte de nuestro quehacer diario en una redacción. Sin embargo, a veces resulta que el detalle, la historia mínima, lo más cercano, lo humano es lo que da lustre a la labor que realizamos cada día.

Podemos utilizar este espacio para hablarles de la Ley de Dependencia, una buena idea del Ejecutivo socialista lastrada por una dudosa planificación, sobre todo en lo que respecta a medios y financiación. Podemos hablarles también de las críticas políticas que surgen al calor de la experiencia de esta norma legislativa. Podríamos hacerlo, pero no lo vamos a hacer.

Antes que todo eso, vamos al detalle. A esas historias mínimas, a esas que hablan del trabajo esforzado de muchas personas por ir al meollo del asunto, que no es ni más ni menos, que aportar momentos de paz, de quietud y ¿por qué no? de felicidad a gentes que necesitan de esos apoyos.

Los servicios de teleasistencia se convierten así en poderosas herramientas para lograr un acercamiento a ese particular Shangri La que queremos para nuestros mayores (y también para nuestro futuro), por eso es digno de reconocer la labor que algunos realizan con medios que distan mucho de ser los deseables.

Por ello, esta tribuna quiere servir para llamar la atención de las administraciones competentes para que en tiempos de crisis, no cejen en su empeño de apostar por las políticas sociales. Sin demagogias, sin boato, sin proselitismos vanos, pero con actitud decidida para mejorar la vida de los ciudadanos. Las propuestas de recortes de gastos deben caer irremediablemente en saco roto ante una realidad fehaciente: hay gente que necesita de la ayuda de los demás, que debe echar mano de los resortes que el Estado pone a su servicio. No estamos para que ahora venga el listo de turno y fastidie ese invento llamado Estado del Bienestar y que ha costado tanto alcanzar.

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