jueves, 14 de enero de 2010

DIVERSIFICA, QUE ALGO QUEDA


C
omo buen encantador de serpientes, Felipe González supo mantener encandilados a los españoles durante casi 14 años, hasta que los casos de corrupción pudieron con él y con ese sueño que comenzó en 1982 y que luego produjo “monstruos” tan detestables como los Roldanes, Rubios y demás. No se le puede acusar a Isidoro de pacato o interesado a la hora de conservar el inmenso vivero de votos que cosechó entonces. No en vano, parece que la templanza no era una de sus virtudes, más bien las ganas de acometer reformas estructurales. La industria española de principios de los 80 estaba totalmente obsoleta y era incapaz de competir en igualdad de condiciones con países que nos llevaban varios cuerpos de ventaja. Altos hornos en Vizcaya, Asturias o Sagunto (recuerden la llamada Marcha del Hierro protagonizada años más tarde por empleados de AHV y Ensidesa), astilleros en Andalucía o Galicia, textil en Cataluña,... La descomposición del franquismo y la tibieza de sus dirigentes impidió que se llevara a cabo la necesaria reconversión industrial, dejándose en tareas pendientes para la década siguiente. Además, la entrada en 1986 en la Comunidad Económica Europea, obligó a un nuevo impulso en esa reconversión que dejó por el camino multitud de víctimas en forma de empleados de esas caducas industrias.

Pero no estamos aquí para historiar, que para eso doctores tiene la iglesia que lo han hecho mejor que el que suscribe. Simplemente el esbozo inicial debe servir para ejercer una comparación necesaria en tiempos de quebrantos económicos como éstos. España ha construido en las dos últimas décadas un crecimiento (que ha quedado demostrado que ha sido más ficticio que otra cosa), basado en un sector como el de la construcción que se agigantó sobre pilares ciertamente débiles, todo ello bajo la parsimonia y la condescendencia de los sucesivos gobiernos. Visto el fracaso del modelo se habla ahora de diversificación de la economía, bonito eufemismo que mucho nos tememos se quedará en eso, en hueca palabrería ya que para encontrar otra vía de crecimiento económico sostenido que sustituya al edificio anterior, han de tenerse agallas políticas para efectuar verdaderas transformaciones en el tejido productivo, algo que no parece que sucederá a pesar de buenas ideas como la Ley de Economía Sostenible. ¿Y por qué no habrá diversificación? Ante todo, porque la cultura del dinero fácil y rápido, del pelotazo, funciona muy bien en nuestra sociedad, segundo, porque un cambio tan brutal en las estructuras económicas implicaría el hacer “mucha pupita” a los sectores que tradicionalmente han manejado el cotarro y tercero, por que dudamos que haya un Gobierno (presente y futuro) con “talante” tan reconversor como haría falta en esta coyuntura.

¿Qué nos queda entonces? Buscar pequeños espacios donde hacer crecer simientes de nuevas actividades alejadas de esa cultura económica que tan perniciosa se ha demostrado para España y tener la esperanza de que su germinación sirva para hacer florecer un entramado lo suficientemente interesante como para considerarlo un activo de nuestra productividad. Mientras tanto, veremos pasar el cadáver de la economía nacional asaeteado por los lumbreras de siempre. Y si no, al tiempo.

2 comentarios:

Al-Duende dijo...

Estás twitteado, chaval. No te digo más: Diversifica, que algo queda. Breve pero potente anásis del periodista Miguel Ágel Bolaños http://bit.ly/7M5Ab8

En http://twitter.com/confidencialba

Miguel A. dijo...

Un honor... como siempre...