viernes, 11 de diciembre de 2009

OVNIS QUE PERSIGUEN AVIONES: EL CASO MANISES

S
e han cumplido recientemente veinte años. La historia sucedió el 11 de noviembre de 1979. Un Super Caravelle de la compañía TAE procedente de Salzburgo con destino Tenerife, despegó del aeropuerto de Son Sant Joan de Palma de Mallorca. El avión llevaba a bordo 109 pasajeros, que en su mayor parte procedían de Austria y Alemania. Al frente del aparato, el comandante Javier Lerdo de Tejada, con más de 8.000 horas de vuelo y 14 años de experiencia.

Alrededor de las 23.00 horas, el comandante Lerdo de Tejada detectó una extraña señal en el canal de emergencia de la radio de a bordo. Cuestionado sobre la misma, desde el control aéreo de Barcelona les dijeron que esa señal parecía proceder de algún lugar próximo en la ruta de vuelo que el aparato llevaba, por lo que para poder visualizar mejor el cielo apagaron las luces de la cabina. De pronto, el mecánico de vuelo, Francisco Javier Rodríguez, observó dos extrañas luces de color rojo al lado izquierdo de la aeronave.

De súbito, las misteriosas luces se aproximaron velozmente hacia el avión, por lo que el comandante dio cuenta a la torre de control del aeropuerto de El Prat, en Barcelona, de lo que estaba sucediendo, pero desde allí se les informó de que no se apreciaba ningún objeto semejante en la pantalla del radar. El comandante Lerdo de Tejada y toda la tripulación no daban crédito a esas palabras, ya que ellos seguían viendo con toda claridad esas luces en lo que en la jerga de navegación se calificaba como “a las 10 de su posición”, y lo más inquietante, cada vez se acercaban más. La transcripción de la conversación entre El Prat y el TAE no deja lugar a dudas:
TAE (vuelo Salzburgo-Tenerife): ¿Me confirma que tenemos algún tráfico próximo a nosotros a nuestra izquierda aproximadamente a unas 4 o 5 millas?

ACC (Torre de control de El Prat):
297, negativo no hay tráfico notificado.

TAE: Tenemos dos señales, luces rojas como de aquí a unas tres millas a las 10 de nuestra posición... Aproximadamente a nuestra altura.

ACC: 297, no tenemos información de ningun tráfico procediendo de esa ruta, es usted el único que procede de Ibiza-Alicante.

TAE: Muchas gracias... No es posible ese tráfico.

(...)

ACC: ¿Me confirma si va en su misma dirección?

TAE:
Afirmativo. Lo tenemos cada vez más cerca. Barcelona, sólo puedo ver dos luces rojas.

ACC: TAE 297, no tenemos ningún tráfico notificado en los alrededores, también hemos llamado a Palma para ver si fuera a nivel 240 e inferior y nos han dicho que no tenían ningún tráfico notificado.

TAE: He incrementado la raíz del ascenso a ver si a través de 280, y el tráfico éste sube mucho más rápido que nosotros y se acerca cada vez más. Pongo rumbo Valencia.

Esta conversación prueba el desconcierto tanto de la torre de control de Barcelona como de los tripulantes del TAE. Conforme pasaban los minutos el objeto se aproximaba más y más al Super Caravelle, por lo que ante tal situación Lerdo de Tejada tomó la decisión de incrementar su velocidad de vuelo, en un intento de despegarse del molesto y desconocido objeto volador. Tras esta maniobra evasiva lograron dejar atrás las luces, pero un instante después volvían a tener el objeto pegado a la cola del avión.

Según las descripciones de los tripulantes el objeto parecía tener unos 200 metros de envergadura y por su comportamiento era evidente que estaba siendo pilotado o dirigido por una inteligencia experta en vuelo. Su velocidad era mucho mayor que la máxima que podía alcanzar el Super Caravelle y su comportamiento, impredecible y sorprendente, ya que “daba aceleraciones impresionantes en décimas de segundo y se detenía bruscamente en seco”, en una especie de juego del ratón y el gato con el avión.

Rumbo a Valencia
Lerdo de Tejada temía que ese juego que el objeto estaba realizando presentaba un serio e inminente riesgo de colisión con su avión pues se cruzaba delante del mismo y seguía su rumbo, así que el comandante, en un gesto de responsabilidad, tomó la decisión de dirigirse al aeropuerto más próximo para tomar tierra. El de Manises en Valencia, era el destino elegido.

Desde Barcelona se comunicaron con el Centro de Operaciones de Sector, para que el radar Pegaso (centro neurálgico de la defensa nacional), situado en Torrejón de Ardoz, rastreara la presencia de un objeto no identificado. El operador de la pantalla del radar no captaba señal ninguna del misterioso objeto que estaba persiguiendo al avión de Lerdo de Tejada.

Por otra parte se estaba produciendo un fenómeno contradictorio y desconcertante en el Escuadrón de Vigilancia Aérea de Benidorm, conocido como EVA 5, donde se recibían los ecos de hasta cinco objetos entre los 9.000 y los 11.000 metros en la trayectoria del vuelo del TAE. Al parecer el avión estaba siendo perseguido por varios objetos. Desde tierra más de 40 personas afirmaron haber visto las luces, entre ellos el director accidental del aeropuerto de Manises.

Poco después de que Lerdo de Tejada aterrizara en Valencia, tres luces que no habían sido detectadas por el radar se aproximaron al aeropuerto. Los ingenieros de pista pusieron en marcha el encendido de las luces de pista ya que la intensidad de las luces era tan fuerte que las confundieron con luces anticolisión de aviones.

El Ejército del Aire decidió entonces entrar en acción. El capitán Fernando Cámara despegó de la albaceteña base aérea de los Llanos a bordo de un caza Mirage F-1 antes de las dos de la mañana, y en pocos minutos, localizó sobre la vertical de Valencia una luz extraña a la que no se pudo acercar, a pesar de acelerar su caza hasta velocidad de 1.000 kilómetros por hora. La luz del objeto cambiaba de color. Al llegar a Valencia, Cámara solicitó incrementar su velocidad a 1.4 Mach, es decir, por encima de la barrera del sonido. Gracias a este incremento consiguió aproximarse algo más a las extrañas luces pudiendo entonces distinguir una forma troncocónica de la que manaba luz. El capitán comenzó a percibir unas extrañas interferencias muy parecidas a la que días antes había detectado al sobrevolar los buques de la Sexta Flota norteamericana en unas maniobras en el Mediterráneo. “Aquel objeto -según reconoció más tarde-, no daba señal de infrarrojos, es decir, no emitía ninguna fuente de calor. Debía de propulsarse por alguna energía desconocida”.

El capitán Cámara vivió momentos de tensión entre las interferencias y las señales de emergencia de los dispositivos del avión que avisaban que el caza estaba a tiro de un posible enemigo por la derecha y la parte delantera del avión. El objeto, en pocos segundos, aceleró y se distanció. El caza del capitán Cámara varió su rumbo y se dirigió de nuevo hacia el Mediterráneo. Allí detectó un segundo objeto que emitía destellos rojos y verdes de forma alternada, encontrándose estático frente al mar. Cuando el caza se aproximó, el misterioso objeto aceleró bruscamente en dirección a las Baleares. Tras una inútil persecución y ante el riesgo de quedarse sin combustible, Cámara regresó a Albacete.

Hipótesis
En 1998, el investigador valenciano Juan Antonio Fernández Perís, hizo públicos los resultados de un minucioso estudio sobre el denominado “caso Manises”, el cual concluía que “los pilotos del TAE pudieron confundir las luces de la refinería de Escombreras situada al borde del Mediterráneo en Cartagena, con las luces rojas que motivaron la alarma”. Fernández Peris llegó a esta conclusión tras estudiar la trayectoria del avión, dirección, altura y del análisis de fotografías aéreas de la propia refinería que muestran las dos torres de combustión que pudieron confundir los pilotos”. Para el investigador, cada capítulo del suceso no tiene relación con el anterior. Esta forma de abordar la investigación coincide con la que llevó a cabo el juez informador del Ejército.

Toda la confusión pudo originarse, según deduce el investigador, como consecuencia de las excepcionales condiciones de visibilidad de aquella noche, “las mejores de todo el siglo” que facilitaban la observación de puntos de luz muy lejanos. Cálculos matemáticos desde la posición del avión y el ángulo de visión de la permiten deducir que la separación angular de las chimeneas, el tamaño de las llamaradas y el diámetro angular coincide con las declaraciones de los testigos.

¿Qué perseguía?
Sin embargo algo quedaba por explicar, ¿qué era lo que persiguió el caza de Los Llanos? Para Fernández Perís, tras estudiar la conversación que figura en el informe del Ejército del Aire, el capitán Cámara pudo haber estado persiguiendo cuerpos del firmamento tales como Júpiter y también las chimeneas de Arczew en Argelia. En cuanto a las extrañas interferencias que Cámara detectó en los sistemas electrónicos del avión pudieron ser, según Fernández Perís, consecuencia de acciones de guerra electrónica, debidas a las contramedidas electrónicas procedentes del buque estadounidense LHP2 Iwo Jima. Pero precisamente, un informe de la Sexta Flota indica que ninguno de sus sistemas pudo influir en la navegación aérea de esa noche. Entonces, ¿qué ocurrió? Dos décadas después, el misterio de Manises sigue abierto.

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