miércoles, 14 de octubre de 2009

CON LAS ARMAS DE LA LEY


E
TA volvió ayer a tener un mal día. La mil veces descabezada banda terrorista vuelve a trastocar a la izquierda abertzale en busca de interlocutores aunque no se sabe muy bien para qué. Ayer, el juez Baltasar Garzón tocaba a rebato contra un nuevo intento de poner en pie el edificio abertzale, esos que buscan soluciones al conflicto vasco pidiendo compromiso a los que están con la Constitución, mientras reivindican la lucha armada por otro lado.

Cayó el nuevo invento auspiciado por ETA para intentar vertebrar un discurso político que sostenga la acción asesina que mantiene desde hace medio siglo. Y en la nueva aventura abertzale, cómo no, está Arnaldo Otegi, que otra vez tendrá que responder ante la Justicia por buscar nuevos caminos políticos donde la ley no lo permite. Con él, destacados miembros del sindicato LAB y del mundillo tétrico que rodea a la banda de asesinos (como ex miembros de la disuelta mesa nacional de Batasuna o ex afiliados al Partido Comunista de las Tierras Vascas).

El caso es que esta nueva “idea” de ETA, bautizada como Bateragune (que significa “todos juntos”) cae en los errores del pasado. El camino para la paz se busca fundamentando el discurso precisamente en eso, en la paz, y no en la negación de lo evidente y en meter la cabeza bajo tierra cada vez que ETA pone una bomba-lapa o dispara a alguien a sangre fría. Quien quiera diálogo que lo busque, pero bajo la premisa de la no violencia. Antes de que se produzca eso, presión policial y judicial frente a los violentos.

La nueva operación policial que ha cercado otra vez al entorno etarra y a los que los vindican, es la prueba palmaria de que el camino emprendido es el adecuado. A cada nueva tentativa de montar un aparato político que sostenga a ETA, los terroristas deben saber que las armas de la ley están prestas para cortarle las alas.

2 comentarios:

Alfonso Piñeiro dijo...

Lo cual no quita para que la Ley de Partidos, como mecanismo creado ad hoc para la persecución de según qué idearios, es la mancha más gruesa del Estado de Derecho. Porque todos entendemos desde el sentido común cuál es la finalidad que persigue, pero el "sentido común" no vale en las leyes, so pena de que el "sentido común", mañana, de un gobernante fascistoide, o estalinista (¿es diferente?), un Fidelito o un Augustito de turno, se interprete conforme a claves no estrictamente democráticas.

Si leíste el reportaje sobre el neofascismo en Italia que publicó EPS el anterior fin de semana al último, se te reactivan las neuronas del Estado de Derecho como la herramienta menos imperfecta para armonizar la convivencia, y como la más pervertible cuando se legisla ad hoc.

Miguel A. dijo...

Totalmente de acuerdo contigo. En este sentido, creo que tanto PSOE como PP se abrazaron entonces a una ley que parecía la menos mala de las soluciones, pero que sigue siendo una mancha en el expediente. Pero antes las pistolas y las bombas...