domingo, 6 de septiembre de 2009

CONSEJOS PARA UNA FUTURA PREVENCIÓN


P
lanea sobre nuestras cabezas el fin del verano y se empiezan a hacer balances de todo, entre ellos el de los incendios forestales que han afectado a la comunidad en estos meses de canícula estival.

Un 140 por ciento es la cifra a tener en cuenta. Ese es el porcentaje en el que se ha incrementado los incendios en suelo castellano-manchego con respecto al verano de 2008. Una cifra preocupante y que debe hacernos reflexionar sobre los motivos del incremento.

Aunque en los últimos años, los medios a nuestro alcance han aumentado cuantitiva y cualitativamente, ante un desastre de semejante magnitud, toda la ayuda es poca. Cuando las llamas se propagan por el monte, por muchos medios que tengamos, siempre se va a provocar una situación irrevocable con el mismo resultado: el medio natural sale perdiendo, y eso en un país en el que el peligro de desertificación es latente, debe ser un asunto a tener en cuenta.

Por otra parte, siempre que hablamos de incendios salen a colación las palabras prevención y concienciación. Eso está muy bien. Alabamos esa labor que debe empezar desde la base, pero cuando estas variables han fallado y aparece la figura trastornada del pirómano, hay que ejercer la ley con puño de hierro. Hasta ahora, los delitos medioambientales apenas se tenían en consideración y las penas apenas pasaban de la falta grave. La prisión debe ser el lugar donde recluir a los que se dedican a quemar bosques y montes para que se intente dar un matiz ejemplarizante a las sentencias.
Indudablemente, aunque la Justicia actúe con firmeza, no debemos dejar de lado un apunte sobre la concienciación. Apelar a la colaboración ciudadana, no sólo cuando el fuego ha sido confirmado, sino como medida para preservar nuestro entorno natural, debe ser una tarea común y persistente. La unidad familiar y la escuela deben ser focos importantes de acción para buscar una solución a esos otros focos, los de fuego, que asolan nuestros parajes verano sí y otro también. Nos va la vida en ello.

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