miércoles, 8 de julio de 2009

RUBALCABA I EL IMPLACABLE


A
lfredo Pérez Rubalcaba es el gran capo de la lucha antiterrorista. El ministro más valorado del Gobierno Zapatero. La hormiguita trabajadora que pasito a pasito va poniendo granitos de arena uno encima de otra para enterrar bajo el manto de la justicia a la gente de ETA. Clausurada la via del diálogo por el empecinamiento de la izquierda abertzale y por las bombas puestas en Barajas, la acción de las Fuerzas de Seguridad del Estado y el imperio de la ley es lo que toca en estos tiempos duros que vivimos.

En este contexto, Rubalcaba es la personificación de la tenacidad, de la fuerza implacable contra los violentos. El de gesto adusto y determinación a prueba de las balas de los mafiosos de ETA. Es la bestia negra de los terroristas vascos porque bajo su imperio, han ido cayendo cúpula tras cúpula de los asesinos. Lo que seduce de este hombre (no van a escuchar ustedes críticas del PP al ministro del Interior), es su prudencia, su humildad y su afán por buscar el trabajo bien hecho. En el Gobierno no hay quien le tosa y Zapatero le deja manga ancha para actuar en su departamento porque los resultados están a la vista.

ETA tiene motivos para estar preocupada con un ministro como Pérez Rubalcaba. Su caza sin cuartel al terrorista está dejando diezmada a la organización hasta el punto de que cada vez los presos son más jóvenes. No van a prisión a temprana edad porque sean reclutados de adolescentes, sino porque las Fuerzas de Seguridad los cogen antes. Pero, ojo, Rubalcaba sabe, y así lo repite cada dos por tres, que a pesar de estar en horas bajas, ETA sigue matando, algo tremendamente fácil cuando no se tienen escrúpulos de ningún tipo.

Escrúpulos que tampoco tiene el ministro, pero esta vez para ver el final de ETA. Sabe que será difícil mientras él se mantenga en el Ministerio, pero también es sabedor de que está poniendo las bases para que en un futuro, esperemos que no muy lejano, los que siembran de cadáveres nuestra democracia cejen en su empeño desvastador. Rubalcaba lo tiene en mente y su departamento cumple a pie juntillas sus órdenes. La coordinación entre los distintos cuerpos policiales del país y la intensa colaboración internacional (sobre todo, con Francia), ha provocado que los pistoleros se vean cercados. Para ellos sólo existe una salida. Lo dice el propio Rubalcaba: “entrar a formar parte de ETA es entrar directamente en prisión”. El ministro sabe que tras el fallido diálogo (algo que había que intentar una vez más, así que a ver si dejamos de hablar de traición de Zapatero), cuenta con un respaldo importante: el de los 46 millones de españoles que ven en el político cántabro un azote implacable de los malhechores.

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