lunes, 29 de junio de 2009

CANCIONES DE FE Y DEVOCIÓN



L
arga y sinuosa está siendo la historia del grupo paradigmático del llamado rock electrónico. Depeche Mode está de vuelta con nuevo disco bajo el brazo (Sounds of the universe) y nueva gira a la vista. Una de esas bandas llena estadios que arrastran multitudes seducidas por un estilo que se acerca a los treinta años de vida.

Podríamos decir que Depeche Mode son las composiciones de Martin Gore en la voz de Dave Gahan. Ambos se necesitan el uno al otro para dar vida al ente. El últimamente excentrico Gore monopoliza la composición, dotando al grupo de notables canciones repletas de dolor, tristeza y redención. Músico versátil, es capaz de montar y estructurar perfectas piezas de pop oscuro y dramático, casi futurista gracias al uso de instrumentos sintéticos y orgánicos.

Por su parte, Dave Gahan es la voz del grupo, el cincuenta por ciento de su alma. Su voz grave, al más puro estilo Jim Morrison, ha marcado a generaciones. Capaz de retorcer su alma para extraer lo mejor de si, su tesitura conduce melodía y amargura a partes iguales. No así ocurre con su explosiva actitud en directo, donde exorciza sus demonios antes sus fieles con actitud y energía. Existe un tercer miembro que poco aporta a la ecuación. Por mucho que sus fieles disfruten de su presencia en escena, Andrew Fletcher no deja de ser un componente silencioso que se mantiene fielmente en sus filas.

En su día se produjo la salida de la banda de dos miembros fundamentales: Vince Clarke abandonó para formar Yazoo y Erasure, dejándoles antes de partir y en bandeja de plata Just can’t get enough, un éxito instantaneo. Fue el primer compositor de la banda aunque tras su huida Gore tomó el timón. Por su lado, Alan Wilder dejaría el grupo en 1996 para formar Recoil, tras el periodo más turbulento que la banda atravesaría jamás. Su labor como músico fue esencial a la hora de armar y pulir las canciones (incluso llego a componer tímidamente), por lo que su salida casi mató al grupo. No obstante, Ultra (el primer trabajo sin Wilder) resultó ser un disco inmenso, un ejemplo de supervivencia. Actualmente cuentan con los servicios del batería Christian Eigner y el teclista Peter Gordeno a modo de músicos asalariados.

Sonido
La evolución de la propuesta sonora de Depeche Mode es más que interesante. Inicialmente facturaban un pop sintetizado absolutamente banal para, bajo la batuta de Martin Gore, comenzar a desarrollar un sonido sintético y oscuro pero tremendamente vivo. El tiento a la hora de humanizar el sonido de sus teclados (instrumento siempre difícil de cuadrar en el universo sonoro del rock), así como la calidez humana de la garganta de Gahan permitieron que su sintético y, a veces, artificial sonido comenzara a respirar pronto.

La mano de los productores Daniel Miller y David Bascombe fue decisiva durante la que podríamos denominar “época de crecimiento”, en la que se enmarcan títulos emblemáticos facturados entre 1984 y 1987 como Black celebration o el excelso Music for the masses. Para madurar se sirvieron del productor Mark Ellis, también conocido como Flood, con el que trabajaron para alcanzar la madurez entre 1990 y 1994 con Violator y Songs of faith and devotion.

En líneas generales, el sonido de Depeche Mode ha evolucionado a un híbrido orgánico y tecnológico en el que guitarras eléctricas han acabado conviviendo con programaciones, teclados y baterías humanas. En función de cada trabajo la balanza se decanta por el componente sintético o humano, aunque la electrónica sigue siendo clave, una sonoridad y estilo musical que ayudaron a crear.

Imagen
Si hay alguien que ha sido esencial a la hora de ayudar al grupo a crear una imagen, ese ha sido el célebre fotógrafo y director de cine holandés Anton Corbijn. Desde la puesta en escena (impresionantes los escenarios del Singles tour del 98 y de Touring the angel en 2005) hasta las fotografías y videoclips, Corbijn ha sido fundamental a la hora de captar -y mostrar al mundo-, la imagen de Depeche Mode. Nadie como él ha sabido capturar la atmósfera musical del conjunto a nivel visual, especialmente el componente melancólico y enigmático.



Vídeos como los turbadores Personal Jesus o Walking in my shoes, o las fotografías que ilustran algunos de sus trabajos dejan claro que Corbijn comprende como nadie la psique del grupo. Dentro de sus trabajos con los ingleses destaca como director en One night in Paris, concierto que recoge una actuación del tour de Exciter en la capital francesa, sencillamente impresionante y recomendable para todo fan de la banda.

Imprescindibles
En la carrera de todo grupo hay ítems esenciales que recordar y que reivindicar. Para Depeche Mode, la excelencia siempre ha sido marca de fábrica y por ello han facturado una colección sencillamente impresionante de álbumes. Aquí vamos a destacar los imprescindibles, empezando por Music for the masses, que demuestra la perfección de su sonido inicial. Electrónica pura y viva, canciones de estructuras barrocas, con múltiples arreglos funcionando a la perfección, bases y ritmos que pasan de la dureza (Behind the wheel) a la extrema delicadeza (Things you said). Gore regala canción a canción un compendio de historias desoladoras (Never let me down again).



Con Violator, Depeche Mode inicia una etapa que dura hasta la actualidad. El sonido se reorganiza, se naturaliza si se quiere. Las guitarras toman el control de piezas fundamentales como el blues electrónico de Personal Jesus o la arrebatadora Enjoy the silence, mientras que las canciones más electrónicas son menos marciales que anteriores esfuerzos bailables. Una obra completa que fundamentaría las bases del rock electrónico.

El disco más físico del grupo es Songs of faith and devotion, en el que suenan más orgánicos que nunca y, ¿por qué no decirlo?, más rockeros. La apocalíptica I feel you reincide en el blues, y también hay soul y pop industrial. Gore y Gahan descienden a los infiernos, uno de la mano del alcohol y otro de las drogas duras y la oscuridad romántica de antaño se torna en lamento. No es un disco de fácil asimilación, pero es ciertamente completo.

La penúltima obra hasta la fecha es Playing the angel, muestra clara del excelente estado de forma en el que el grupo inglés se encuentra. Temazos como Precious, A pain that I'm used to o John the revelator, son clara muestra de ello.

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