domingo, 3 de mayo de 2009

THOR HEYERDAHL, EL VISIONARIO




U
n 28 de abril, pero de hace 62 años, el sueño de un “loco” que quería demostrar una curiosa teoría, empezó a tomar forma. El explorador noruego Thor Heyerdahl (1914-2002), sostenía que pobladores procedentes de Sudamérica podrían haber llegado hasta la Polinesia antes de la llegada de Colón a América. El propósito de Heyerdahl era demostrar la posibilidad de que el poblamiento de Polinesia se hubiese llevado a cabo por vía marítima, desde América del Sur, en balsas movidas únicamente por las mareas, las corrientes y la fuerza del viento, que es casi constante, en dirección este-oeste, a lo largo del Ecuador.

Para demostrarlo, Heyerdahl y una tripulación de otros cinco hombres quisieron imitar a esos primitivos marineros y fabricaron una rudimentaria embarcación al modo indígena formada por nueve troncos cortados en la selva de Quevedo en Ecuador. Los expedicionarios se internaron en la selva y escogieron sobre el terreno 12 árboles (de totora) cuyos troncos servirían de base a la balsa, que fue construida en dependencias de la marina peruana siguiendo la descripción de textos españoles del siglo XVI.

La Kon Tiki (así se llamaba la barca mezclando las tradiciones de Con-Ticci-Viracocha, representante del Sol en la Tierra según la leyenda de los indígenas del lago Titicaca, y la historia de Tiki, nombre que la mitología polinesia daba al hijo del Sol), tenía una vela cuadrada con la figura de la cabeza del rey-sol según el modelo que se conserva en las ruinas de la ciudad de Tihuanaco.

Pero el viaje presentaba ciertos interrogantes, entre ellos el de su seguridad. Si la Kon Tiki viraba demasiado de costado al viento, la vela se volvía y la embarcación giraba completamente avanzando con la popa por delante. Pero la madera de balsa resultó una excelente elección. No absorbió agua en exceso debido a las resinas que guardaba en su interior. Tampoco se utilizó ningún alambre para la sujeción de los maderos de totora sino cuerdas que acabaron penetrando en el material de la balsa, con lo que no se produjeron roturas por rozamiento. El agua que entraba por la borda desaparecía con gran rapidez entre las uniones de los troncos.

El 28 de abril de 1947, la Kon Tiki dejó atrás la bahía de Callao entrando en la corriente de Humboldt que trae masas de agua fría del Antártico y se desvía hacia el oeste, al sur del Ecuador.

La expedición dispuso de ciertos elementos como una radio, relojes, mapas, sextantes y cuchillos, aunque los mismos no fueron relevantes a la hora de probar que una balsa como la utilizada podía realizar la travesía. Atravesando cuatro mil millas marinas (6.437 kilómetros) desde Perú a la Polinesia, los seis tripulantes de la balsa llegaron a una isla deshabitada tras 101 días de navegación. La Kon Tiki se dirigía hacia los arrecifes de Takume y Raroia (en Tuamotu), a donde llegó el 7 de agosto de 1947. La corriente arrastró a la balsa hasta la penúltima de un grupo de islas de difícil acceso por causa de los arrecifes. Habían conseguido llegar a su destino sanos y salvos.

La expedición Kon Tiki fue financiada mediante préstamos, y contó con donaciones de parte del ejército de Estados Unidos. A partir de esta experiencia, Heyerdahl se hizo famoso y aprovechó para contar su vivencia en el libro Kon Tiki, todo un best-seller que se tradujo a 66 idiomas, además de ser inspirador de una película documental que dirigió el propio Thor Heyerdahl y que ganó un Oscar en 1951.


Polémica
A pesar del éxito de la iniciativa de la Kon Tiki, las hipótesis de Heyerdahl no es aceptada mayoritariamente, y ha sido refutada a partir de las pruebas genéticas realizadas a habitantes de la Polinesia. Es el caso de los pascuenses, en el que se demuestra un origen polinésico relacionado con un preorigen asiático. Pero lo que cuenta es que el ejemplo de investigación antropológica de esta embarcación queda ahí y ha sido repetido con posterioridad buscando el origen de grandes migraciones transcontinentales. Ya con eso, importante es el legado dejado por el aventurero noruego y sus cinco compañeros de travesía.

2 comentarios:

el_ditero dijo...

Cachis la mar, aún recuerdo como con diez o doce años leí el libro-diario del viaje de Sr. Thor Heyerdahl en la Kon Tiki, que pedazo de aventura, que narices tenía. Luego no hace mucho vi un documental del un “coronel tapioca” español un tanto fantasmilla y unido a ciertos sectores monárquicos, que dejaba mucho que desear mientras hundía su balsa haciendo sacar la antena de su reloj con conexión GPS… ¡ huevones!

Miguel A. dijo...

Jajajajaja, mientras escribía el artículo se me venía a la mente ese personajillo y estuve tentado para meterlo, para comparar, claro, pero al final desistí para dejarle todos los laureles al señor Heyerdahl y a sus compañeros de expedición.
Por cierto, de algo sirvió estudiar Historia. Así conocí esta aventura.