miércoles, 22 de abril de 2009

LOS POBRES QUE NO QUIEREN SERLO


E
n Washington tienen ya motivos para sospechar que los pueblos pobres no prefieren ser pobres. Esto lo escribía hace treinta años Eduardo Galeano en su mítico (y ahora parece ser que famoso), libro Las venas abiertas de América Latina. Esta es la obra que le regaló Hugo Chávez a Barack Obama en la pasada cumbre de las Américas. De leerlo, el presidente de Estados Unidos también sospechará que sus "amigos" latinoamericanos no prefieren ser pobres, que quieren sacar el cuello, que también gustan de salir en la foto no sólo para desgracias, tragedias y pobreza adobada con corruptelas varias. Hará bien Obama en tener en su mesita de noche el libro de Galeano y ojearlo de vez en cuando para hacerse una idea de lo que que sus antepasados (y los nuestros, no lo olvidemos), han hecho y deshecho en ese continente.

Tonto no es, eso hay que reconocerlo. Chávez puede ser tachado de dictadorzuelo aupado por los votos a un poder que no piensa soltar ni con agua caliente, pero listo es un rato. Ese regalo es un gesto, un símbolo que va directo como andanada a la conciencia yanqui y como aviso para navegantes. La hora de Sudamérica ya ha llegado. El continente no puede esperar más y tiene que dar un paso de gigante hacia lo que nosotros desde nuestra visión absurdamente etnocentrista llamamos "el desarrollo".

Pero Chávez no debe centrarse sólo en el "amigo americano". Ese es uno de sus errores. Lo ha sido por defecto (críticas desaforadas, aunque a veces con razón, hacia EEUU) y lo puede ser por exceso (¿es Obama tan guay que incluso al "rojo" Chávez le "mola"?). Quizás el venezolano junto sus compinches de Ecuador, Bolivia y Cuba deban mirar hacia otros lares. Chile, Argentina y Brasil marcan el paso junto con México. Estos países lo tienen claro y quieren la amistad de Estados Unidos pero se andan con mil ojos para ver qué paso dará su rico vecino del norte. Ellos también son conscientes del expolio al que ha sido sometido el continente a lo largo de los siglos y a cargo de diversos protagonistas. Por eso Obama los tiene en su lista preferente de socios.

Toca ahora que Estados Unidos vuelva su vista hacia ellos. Y no como se ha hecho en épocas pasadas buscando en Latinoamérica gobiernos amigos y/o títeres, o rastreando en busca de recursos baratos y fácilmente expoliables. La alianza debe servir para solucionar los retos que se le presenta a esta parte del mundo. La crisis azota, los populismos desbarran, las tareas pendientes están eso... pendientes (piensen en Cuba, por ejemplo, pero también en la lucha contra el narcotráfico o la problemática desatada por la inmigración) y Sudamérica no puede esperar a que venga un Mesías a arreglar sus problemas. Algunos se han puesto ya manos a la obra. Esperemos que otros ayuden, mientras que el "amigo americano" se termina de leer el libro de Galeano y empieza a creer en una utopía que por lo menos sirva para andar el camino. Es lo mínimo que se puede hacer.

2 comentarios:

Alfonso Piñeiro dijo...

De hecho, Galeano dixit, la utopía sirve precisamente para eso, para caminar. Latinoamérica lleva mucho tiempo tratando de dar el salto. Recuerdo un especial de la desaparecida y añorada Ajoblanco (además de que el ajoblanco, en sí, es un magnífico producto, discúlpeme la variante gastronómica), titulado: "América Latina, la izquierda devuelve el golpe". Corría, si no me acuerdo mal, el año 94 o 95. Después de más de diez años, ni la izquierda ha hecho izquierda, ni el progreso se ha visto libre de esclavitudes, y los nuevos ricos se ahogaron en el corralito (¿ídem aquí en cuestión de meses?). Están mejor, eso sí; pero no sé si como para dar el salto.

En todo caso, coincido contigo en que el gesto de Chávez es de aúpa y muy señor mío. De cara a la galería, pero... ¿alguien desconoce aún que vivimos en los tiempos del marketing?

Miguel A. dijo...

Por eso de las utopías y andar el camino. Antes de la obamamanía y del regalo de Chávez, "Las venas abiertas de América Latina" me sirvió para aprobar la asignatura de Historia de América (permítame decir que con una preciosa matrícula de honor, escasas eso sí, en mi expediente).

¡Ay! Ajoblanco, que gran publicación... y que gran plato...

Está claro que no darán el salto en mucho tiempo, pero los sueños y utopías están para desear que se cumplan. ¿Corralito aquí? ¡Válgame J.M. Keynes! (o en su defecto Leopoldo Abadía, el único que creo ha hecho dinero con la crisis).