jueves, 12 de febrero de 2009

UN PEQUEÑO MILAGRO


E
spaña vuelve a 1964. No. Ni en lo político, ni en lo social, ni en lo económico. Realizar ese viaje en el tiempo significaría un retroceso que muchos españolitos no quieren probar. La vuelta a la época ye-ye es en las cifras de fallecidos en nuestras carreteras, algo insólito, teniendo en cuenta que hace apenas cuatro años perdían la vida en las vías españolas cinco mil personas de media. Ahí es nada.

No es moco de pavo esa drástica reducción experimentada en los últimos tiempos. La aplicación de la nueva directiva europea de seguridad vial en conjunción con la entrada en vigor de medidas valientes como el carnet por puntos o el endurecimiento de penas, ha obrado el milagro. Llegamos al 31 de diciembre pasado sin alcanzar los 2.500 muertos, cifra que, siendo absolutamente escandalosa, no tiene nada que ver con lo que vivíamos hace un lustro. Lo lastimoso es que nos hayamos insensibilizado ante la magnitud de la tragedia. Hablamos de miles de vidas perdidas, de familias destrozadas, de dramas personales y colectivos que apenas cubren unas líneas en los principales periódicos o algunos segundos en los informativos de máxima audiencia. Ante esta “normalización” de la muerte, la Dirección General de Tráfico lo tiene claro. Informar, formar y prevenir. En esa senda caminamos en pos de una disminución en la gráfica de accidentes, heridos y decesos. Pero para obrar este pequeño milagro hay que actuar, y jornadas de formación instando a una mayor presencia de la educación vial en la formación de nuestros jóvenes, se hacen más necesarias que nunca.

Son ellos, los jóvenes, los que deben ser el foco de atención de campañas venideras. Los índices de siniestrabilidad entre los nuevos conductores son realmente alarmantes por lo que los esfuerzos deben ir encaminados en hacerles ver que “volar” sobre las cuatro ruedas de sus coches puede llevarles a ir sobre otras cuatro, pero a mucha menor velocidad.

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