lunes, 26 de enero de 2009

EL FUTURO


E
l primer toque de atención llegó en 1973. Los países productores de petróleo cerraron el grifo a las naciones que necesitaban del oro negro para su día a día. Desde entonces, la dependencia ha ido creciendo, mientras el petróleo se ha convertido en regulador de los mercados económicos, que se han quedado a merced de las fluctuaciones del barril de este escaso elemento.

El cambio climático que ya se nos ha instalado en nuestras vidas (mal que le pese a algunos negacionistas), hace más urgente un cambio de mentalidades y lo que es más importante, un cambio en nuestras acciones. El petróleo escasea, se acaba, no va a ser la solución del futuro, pero la energía vamos a seguir necesitándola. En España la situación es diáfana. Importamos más del 80 por ciento de la energía que consumimos y eso cuesta dinero, por eso son loables los intentos por acudir a otras fuentes de energía renovables y limpias en contraposición del petróleo que nos hace esclavos de sus designios (o de los designios de los que poseen barriles).

El actual Gobierno socialista parece tenerlo claro. El futuro está en generar energía a través de recursos alternativos no contaminantes. El problema está en que es más caro y como ocurre en el caso de la energía solar, no se puede almacenar. Desarrollar iniciativas como la pila de combustible propulsada por hidrógeno, alternativa propuesta por la empresa albaceteña Ajusa, puede ser un buen método para el futuro. Una propuesta que parece utópica pero que si no nos la tomamos en serio, acabaremos por rendirnos al imperio de la ley petrolero, que a fin de cuentas, va a resultar al país mucho más gravoso (piensen en la cantidad de divisas que van a parar a los países de la OPEP), que el invertir en tecnología de energías consideradas limpias.

Toca valentía en las decisiones para acometer el cambio. Obama se apuntó a la transformación y esperemos que bajo su mandato, las circunstancias cambien. Nos jugamos nuestro futuro más inmediato.

4 comentarios:

Alfonso Piñeiro dijo...

Que la era del petróleo ha tocado a su fin está claro clarinete. Creo que en la ciudada hay algunos cargos que, por mucho que estén obligados a la corrección política, tratan de llevar a las calles cada día cuestines que no debería ser necesario recordar. El concejal Sotos y el director de la OSE, Jorge de las Heras, me parecen buenas muestras de ello.

Cosa al margen es la desastrosa política energética española. Hay quien ha visto en la elección de Obama el principio del cambio. No nos confundamos: este país está repleto de grandes oportunidades de futuro, pero en lo que respecta a su explotación, y máxime en determinados puntos que pueden sacar el pecho y el orgullo en solar y eólica, se necesita que cierta forma de hacer política pase del oportunismo electoral y baratero a la gestión desinteresada de la cosa pública.

La entrevista que le hice a Josema, con motivo de su designación como pregonero de la Semana Santa, hacía hincapié en ese asunto de la pila de hidrógeno. Además, en su día, la puesta en marcha del polígono nos llevó al compañero Juan Ángel y a quien esto firma una edición especial del suplemento de Ciencia y Tecnología, que sólo en tareas específicas de edición supuso una jornada completa, con los dos apuntando fotos, maquetando, retocando textos... ¡Ah, sí! Hubo otra persona que trabajó en ello... haciendo copy-paste de la información remitida desde el departamento del hidrógeno. Algun@s siguen en la empresa y otros no, ironías de la vida, ¿no crees?

Miguel A. dijo...

Perdoname que pueda parecer contradictorio con lo que cuento en el artículo-editorial, pero tampoco soy muy optimista en eso de que mister Obama pueda cambiar las cosas, no en vano es el presidente del Imperio y sabemos que allí los lobbys cuentan y mucho.
En cuanto a lo otro, no soy muy partidario de la técnica del copia y pega. La cosa suele quedar un poco chunga... pero está claro que algunos se conforman con bien poquito.
Salud hermano.

Alfonso Piñeiro dijo...

No, si lo de Obama no lo apunté por llevarte la contraria, porque bien sé que no te has apuntado a la ola de anuencia acrítica que se ha apoderado de la contemplación de Mr. Obama. Ilusión, sí; pero embobamiento, no. Sin embargo la mayor parte de la gente se encandila a la primera. Somos tan descreídos para algunas cosas (el cambio climático, por ejemplo), como crédulos para otras.

Me recuerda a uno de los pasajes de Moncho Tamames en La cultura del mal, aquel por el que la sociedad yankee está tan espectacularizada que para aplaudir ya no les sirve el "good", sino que deben recurrir a una retahila tipo: "fantastic, beautiful, marvelous, awful, you know? It's wonderful".

Miguel A. dijo...

Será que el muchacho tiene... ¿cómo se llama?... Eso que no tenía Aznar... ¡carisma!