lunes, 1 de diciembre de 2008

¿CÓMO PASARSE ESO DE LA DEMOCRACIA POR EL ARCO DEL TRIUNFO?


Y
o lo flipo con algunos que dicen llamarse políticos. Hace unos días asistí a un hecho que yo calificaría como gravísimo pero que desafortunadamente se produce con demasiada asiduidad. En un pueblo cualquiera se produjo una moción de censura. Tres partidos que gobernaban (uno de derechas, otro pretendidamente de izquierdas nacionalista y dos concejales que han perdido absolutamente el norte de todo), fueron desalojados legítimamente del poder por otra coalición de formaciones.

Después de año y medio de (des)gobierno infamante para el pueblo, con una holgazanería y pasividad absolutas y un desamor alarmante por la profesión política, los anteriores mandatarios se quedaron sin poltrona y con bastantes malas pulgas. Verbigracia. Al que era responsable de Tercera Edad y Fiestas, le tocó ser presidente de la Mesa de Edad. Cuando el nuevo alcalde (enemigo acérrimo), se acercó para recoger el bastón del mando, el más veterano de los que allí estaban se lo tiró a la mesa en una demostración de lo que algunos ¿políticos? quieren a esa cosa llamada Democracia. A la par, algunos de sus compañeros de insólito tripartito, escupieron sobre las instituciones al decidir abandonar el Salón de Plenos antes de la investidura del nuevo alcalde. Señores estos que ante semejante desprecio por la cosa democrática deberían ser inhabilitados ipso facto et per secula seculorum para que no pudieran continuar cometiendo semejantes vilezas, si es que alguna otra vez tienen posibilidad de desempeñar cargo público.

A nadie le gusta perder, eso está claro, pero lo de estos desastrados politicuchos afines a la demagogia barata, al absurdo autocomplaciente, las intrigas palaciegas, la revisitación infundada y el calumnia que algo queda, no es algo que sea aislado. Se da y mucho en esta piel de toro, adobada además por inquinas personales, envidias carpetovetónicas y por encima de todo, incompetencia supina. Así estamos, oiga.
Tampoco es que el caso que les he relatado (real porque acaba de suceder en un pueblo andaluz), se pueda comparar con la realidad albaceteña. Afortunadamente, gozamos de una mejor salud política pero llegan casos que deben ser tomados como toques de atención. El respeto a la democracia debe procurarse también con un buen trato hacia aquellos que nos dedicamos a informar de los buenos (y malos) sucesos de la misma. Por eso escapa a todo entendimiento que los periodistas se planten y dejen colgada una rueda de prensa porque la máxima institución municipal junto con representantes sociales y económicos estaban reunidos debatiendo cosas sesudas.

Respeto, como el que pedía Aretha Franklin en esa vieja canción. Respeto hacia los humildes periodistas que con escasos sueldos y mucha dedicación se parten la cara porque los políticos "salgan" en la foto. Nosotros nos tomamos en serio nuestro trabajo... ¿y otros?

6 comentarios:

Alfonso Piñeiro dijo...

Uy, detecto párrafo de hermanamiento con el gremio. Haces bien, eso es poner la venda antes que la herida. Pero para tu intranquilidad, te adelanto que no servirá si algún p. fáctico decide que es llegada la hora de colgarte del palo mayor.

En cuanto al fondo del artículo, creo que persiste mucho de aquel falso guerracivilismo en el que, invocando las ideas, se rendían y se ajustban cuentas y tributos privados. ¿Rojos contra azules... o vecinos que se aprovechan de las circunstancias para propiciar un paseíllo? Lo malo de esta Castilla, y esta Andalucía, y esta Cataluña profundas, de estas Españas de tan hondo dolor y tan escaso calado, es la afición patriótica por ejercer la deserción de la conciencia.

Saludos, profesional, y colega, en polifacéticos significados

Miguel A. dijo...

Querido compañero: nota usted bien. Acertado es su diagnóstico (¿y yo por qué hablo como Yoda?), más poco me importan ya que osen colgarme del palo mayor puesto que en mi anterior cargo ya lo "intentaron" hacer, con querellas y denuncias por medio e incluso con ataques personales que a nada conducen. En esta Iberia en que vivimos, lo del guerracivilismo y el cainismo se trasluce en casi todo y prueba de ello es lo que ha pasado (o sigue pasando), en un pueblo de esa Andalucía de la que a veces reniego...
Post scriptum: Deberíamos publicar en un gozoso volumen el intercambio epistolar que efectuamos últimamente. El compañero Martínez debe unirse a ello ipso facto.

ana dijo...

Estimado compañero Bolaños:
Desde este perdido y humilde pueblo del sur de Andalucía, del que a veces reniegas (yo también, jeje), me muestro totalmente de acuerdo con tus palabras. No obstante, hago una apreciación: la clase política no es más que el reflejo de la idiosincrasia de un pueblo, o, como parece el caso, de la falta de idiosincrasia, de valores comunes, de ética colectiva (o lo que es lo mismo... de "política"). Es lamentable cómo nos luce el pelo, pero a veces pienso que cada pueblo tiene lo que merece por no exigir lo que, por principios, debe tener. Un beso compañero

Miguel A. dijo...

Por desgracia, la democracia tiene estas cosas... es el más perfecto de los sistemas políticos imperfectos...

odiseo dijo...

Me llena de estupor el artículo (con el que estoy de acuerdo), y me llena de estupor hasta el hartazgo la caida, en los comentarios, al manido tópico de la España profunda guerracivilista y cainita, la democracia, que en su estado de pureza es el más elevado de los sistemas políticos, lo inventaron aquellos aqueos locos, que no odiaban tanto nunca al extraño como al vecino. En democracia no habría que preocuparse tanto por los caines como por los abeles, esos que se dejan matar sin lucha, los que no discuten porque "toda idea es resptable",esos corderos fieles del rebaño.....

Miguel A. dijo...

Amigo Odiseo: vivimos por suerte o por desgracia (no soy para nada una persona arraigada al terruño), en el que las envidias, las peleas cainitas, el odio y el guerracivilismo están a la orden del día. Aunque no creo en esa teoría de las dos Españas (¿qué es España?), sí que comparto ciertos comentarios de los compañeros en buscar las razones de ciertos comportamientos políticos. Salud.